Escribir posee una capacidad terapéutica que han intuido desde siempre los
escritores de todos los tiempos. Su parte racional, ligada al lenguaje, y su
parte artística, creativa y emocional, le confiere la propiedad única de aunar
estas dos facetas del ser humano.
Gracias a la escritura, la persona
es capaz de estructurar su pensamiento, desahogar estas emociones cuando le
desbordan, tomar distancia sobre lo que le ocurre, descubrir sus recursos
personales, y reflexionar sobre sus deseos, sus relaciones o sus conductas.
Escribir nos conecta con nuestro “yo” más profundo y se
convierte en un sincero ejercicio de autoconocimiento. A través de las palabras
concretamos las emociones que hay en nuestro interior. Al escribir aprendemos a
explorarnos; pero sobre todo, a materializar la deseada transformación
personal.
Escribir las más
íntimas reflexiones es un acto terapéutico y un antídoto para la insatisfacción
o el sufrimiento. La escritura se convierte entonces en una profunda práctica
espiritual.
Si vamos a empezar a
escribir, un buen comienzo es saber por qué voy a escribir –aunque no es el
único comienzo – Hay muchísimos autores que en algún momento, bien por haber
sido entrevistados, bien porque han querido hacer un pequeño autoanálisis, han
escrito sus razones para escribir. Benedetti
en su libro “Variaciones sobre
el olvido” nos cuenta ciertas
respuestas como la de José Donoso: “Escribo para saber por qué escribo”, Fred
Uhlmann dice: “Escribo por necesidad”, García Márquez responde: “Escribo para
que mis amigos me quieran más”. En el fondo no sabemos por qué escribimos lo
que sí sabemos es el enorme placer que produce la escritura y el gran alivio
que ofrece como terapia.
“Escribir es una catarsis, que le permite a nuestros fantasmas, esos que
nos habitan y nos asustan, salir para siempre. Nos permite también guardar en
un cofre nuestros más preciados recuerdos, desde el olor a mango maduro de
nuestra casa materna, hasta aquella canción con la que nos enamoramos.
Escribir es la posibilidad de crear el mundo que deseamos en el momento
en que queramos.”
“Carla Ramírez Brunetti”
Lo único que hace falta para empezar
es un cuaderno y un bolígrafo, o hacer uso de las nuevas tecnologías, como el
ordenador. Lo normal es que el que
escribe elija el espacio y el instante que desee.
Tómese un tiempo para escribir. La
privacidad y comodidad son fundamentales. Use al menos 20 minutos para su
ejercicio diario. Si no se siente muy
inspirado un día no se desanime, continúe el ejercicio. No censure su
texto, escriba lo que quiera y sienta, no tiene ataduras de ningún tipo.
No se preocupe por la ortografía, ni
por la gramática, lo que nos interesa es dejar fluir la información interior
hacia fuera.
Seria importante llevar siempre una libreta encima donde podamos anotar,
pensamientos, sucesos que nos pasan, o los debates internos que experimentamos,
para luego una vez en casa y más tranquilos podamos escribir más detenidamente.
Algunos
ejercicios para realizar:
Como hacer un diario terapéutico:
Fisiología del cerebro
La formación reticular
Desde
la médula espinal hasta el tálamo. Constituye una red de neuronas que ayudan a
controlar la excitación y la atención. Con la colaboración de la corteza
cerebral, la formación reticular puede permitir que, mientras leemos o
escribimos, los estímulos de alrededor parezcan menos intensos haciéndonos
menos sensibles a ellos, lo que permite incrementar nuestra concentración en el
asunto que tratamos. No obstante, en ese estado de concentración podemos
discriminar entre un estímulo importante y significativo y otro que no lo sea,
ya que así estamos procesando toda la información ambiental aunque de un modo
no consciente. De esta forma reaccionamos ante nuestro nombre o ante el llanto
lejano de nuestro hijo aunque estemos muy concentrados, dormidos o distraídos.
Al sentarnos a escribir
sobre nuestra vida, sobre nuestro problema, ya sea su sentido, causas o, sobre
todo, soluciones, propósitos o decisiones, la formación reticular va a
facilitar que esto se convierta en un trabajo intenso y relevante al tiempo que
va a permitir que lo “iluminado” en ese tiempo de trabajo sea un reclamo para
nuestra atención aun después de acabada la tarea. Por ejemplo, si yo
reflexiono, mientras escribo, sobre las tres cosas que mejoraron mi ánimo en la
semana y anoto: Reunión de amigos, piscina y concierto. Mi atención a los
estímulos que hablen o me recuerden a esas circunstancias en los próximos días
se verá incrementada.
Centros de la memoria
Escribiendo insistentemente
sobre un recuerdo negativo podemos llegar a perpetuarlo como algo más
amenazante de lo que nunca en realidad fue o como algo mucho más benigno.
Sabemos también, y hay múltiples experimentos que lo demuestran, al respecto de
los cuales nacieron las terapias de desensibilización sistemática, que la
exposición, graduada, controlada y segura a un estímulo negativo provoca la
pérdida de intensidad en su significado por habituación. Por esto, hablar y
escribir de los hechos negativos puede suponer un alivio, sobre todo si va
acompañado del trabajo previo, posterior o simultáneo de reencuadrarlo o
reestructurarlo en un contexto más positivo.
Hemisferios cerebrales
El proceso de escribir
implica de diversa manera a ambos hemisferios, con lo que el trabajo se puede
considerar completo, al permitir el aprovechamiento de todas nuestras
capacidades. De un lado el hemisferio izquierdo llevará un trabajo
analítico-lógico de nuestro pensamiento y de otro lado el hemisferio derecho
podrá encontrar posibilidades de manifestarse desde ángulos con los que habitualmente
no se trabaja en la búsqueda de soluciones a los problemas, esto es desde el
campo creativo, intuitivo, experiencial e imaginativo. Con la escritura y
dependiendo de la personalidad, el momento o las circunstancias podemos pasar
con facilidad de un lado a otro, de lo lógico a la revelación explosiva que
aporta sentido sin que podamos comprender como exactamente.
La terapeuta Carmen Velasco asegura que un estudio
de las universidades de Stavanger en Noruega y del Mediterráneo de Marsella en
Francia, “arrojó que el escribir con una sola mano mediante lápiz o bolígrafo
para dar forma a nuestros pensamientos sobre el papel, estimula las capacidades
neuronales más complejas y ejercita más el cerebro que con un teclado”, y que
el escribir es una buena gimnasia para el cerebro.
La escritura como recurso en Psicología
Viktor Frankl: “Fue un neurólogo
y psiquiatra
austriaco,
fundador de la Logoterapia. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945
en varios campos de concentración nazis,
incluidos Auschwitz
y Dachau. A partir de esa
experiencia, escribió el libro El hombre en busca de sentido.”
“tenemos que
guiar al paciente a imaginar su propia vida como una novela en la que él es el
protagonista y de el depende el desarrollo de los sucesos y la determinación de
lo que va a suceder en los capítulos siguientes. Tenemos que apelar a su
persona, a su actividad, invitándolo a imaginar la posibilidad de llegar a un
punto extremo y de estar escribiendo su propia biografía. Esto le permitirá
actuar con un mayor sentido de responsabilidad”.
Daniele
Bruzzone: Pedagogo y miembro del consejo Directivo de la
asociación de Logoterapia y Análisis Existencialista Flankliana (ALAEF).
“La escritura
puede ser una herramienta en la
Logoterapia , ya que la escritura es un dispositivo, o sea que
es una técnica que le da forma a nuestra historia, a nuestra personalidad. La
mente es un aparato generador de textos y de significados, y lo hace de manera
narrativa. La mente construye, descontruye y reconstruye el sentido de ese
cuento que es la existencia. (…) no transforma los acontecimientos, sino el
sentido que estos tienen”.
Alejandro
De Barbieri Psicólogo clínico y Logoterapeuta uruguayo, resume las
ventajas de la incorporación de la escritura al proceso de psicoterapia, en su
articulo “la cura por la palabra escrita”. Y nos dice:
Compromiso:
El invitar al
paciente a escribir sobre su proceso, aumenta el compromiso del paciente para
con su propio proceso de curación, lo mantiene “conectado” con él mismo y con
su proceso, entre una sesión y otra; es decir, ayuda a mantener la continuidad
del mismo ya que se reduce el “corte” que algunos pacientes hacen entre una
sesión y otra.
Lo hace
sentirse más activo y disminuye la proyección de la “cura o de la palabra
mágica en el terapeuta. El paciente es protagonista de su propia recuperación.”
Expresión de sentimientos:
Facilita la
expresión de sentimientos y emociones.
Favorece la derreflexion:
El paciente
deja de rumiar sobre sí mismo, para plasmar la idea en el papel.
Favorece el autodistanciamiento:
Tomamos
distancia de lo que nos pasa, ya que escribir implica un proceso secundario de
elaboración sobre lo vivido.
Freud
destacó la
importancia de la escritura en la terapia; y la usó, por ejemplo, para las
asociaciones escritas en torno a los sueños. Jung, orienta la escritura en la
misma dirección del desarrollo personal, la creatividad y la integración. Otros
como Pers, Hafferline, Goldman y tantos otros, han sabido ver en el acto de
escribir un método excelente para la mejor comprensión de los problemas, las
crisis o los disturbios emocionales.
Haroldo Martínez,
psiquiatra general del Hospital Psiquiátrico Nacional de Panamá y psiquiatra de
niños y adolescentes de la Universidad Nacional Autónoma de México, expresa
que él particularmente suele dejarles tareas a los pacientes, y entre ellas
está el plasmar cosas, situaciones y sentimientos en papel. “La autobiografía
es uno de los métodos para mejorar el trastorno de estrés postraumático -en
caso de violación, maltrato, secuestro u otro suceso-, el cual busca que el
paciente pueda normalizar los hechos y proceder a una forma de curación”,
asegura el especialista agregando que el hecho de escribir lo que piensa y lo
que pasa por su mente es un acto terapéutico. “Así va dejando de tenerle miedo
a sus pensamientos”, concluye Martínez.
Quiero citar a Alexis
Merchán, un Psicólogo experto en el área vocacional, que habla así sobre la
escritura: “Llevar un registro de lo que nos pasa, cómo nos sentimos, o lo que
pensamos acerca de nuestra propia vida, además de ser un excelente ejercicio de
síntesis, permite conocernos mejor y darle una voz a nuestro interior…cuando escribimos
lo que pensamos, logramos tener una mejor perspectiva de las cosas y hacemos
trabajar a nuestra mente de una manera más ordenada.”
La escritura como recurso en la enseñanza
El objetivo
principal de la educación es propiciar y favorecer el desarrollo de la personalidad
de los alumnos. El profesor en el aula no solo tiene en sus manos la
posibilidad de transmitir conocimientos, sino una preciada oportunidad de
abrirles las puertas a su mundo interior, a sus recursos personales, a su
aceptación y valoración como individuos. Las estrategias para conseguir estos
objetivos son múltiples y variadas, y
entre ellas se encuentra la escritura.
La voz, los textos, la palabra
escrita, son las herramientas más usadas en el aula para el aprendizaje. El
niño aprende con ellas a estructurar su mundo y su realidad, a organizar sus
ideas y a expresarlas, a asimilar conocimientos, y a realizar las tareas con
orden, lógica, corrección y coherencia.
Las palabras orales y escritas están
a la orden del día en el niño y el profesor debe utilizar esos recursos para
ayudar a que se conozcan, reflexionen, fomenten su creatividad, expresen sus
emociones o resuelvan sus problemas.
Los ejercicios de escritura
pueden servir de complemento en las
aulas de enseñanza secundaria y en ocasiones en los últimos niveles de
primaria, sobre todo desde las sesiones de tutoría. El educador podrá adaptarlos
a las necesidades del grupo al que van dirigidos y propiciar no solo que sus
miembros reflexionen por si mismos o que se conozcan, sino que se integren en
el aula y se acepten entre ellos. Por otra parte, el profesor de lengua y
literatura, por la afinidad de su asignatura con esta herramienta, podrá
integrar muchas de estas actividades en los contenidos de su programación,
contribuyendo no solo a fomentar la creatividad de sus alumnos, sino a su
desarrollo como personas.
Tomar una tila, respirar
hondo, dormir bien... A las múltiples estrategias para vencer los nervios antes
de los exámenes se suma ahora la escritura. Una investigación, publicada en 'Science',
recalca las bondades de reflejar por escrito las emociones hacia la prueba a la
que vamos a someternos. Esta práctica libera la presión mental y favorece unos
buenos resultados. "Una intervención de 10 minutos, previa al examen, (escribir
sobre como está uno), y derivada de las teorías psicológicas sobre el estrés y
el rendimiento, puede
prevenir el agobio y mejorar la actuación, sobre todo entre los
estudiantes que habitualmente se ponen nerviosos ante las pruebas",
sostienen Gerardo Ramírez y Sian L. Beilock, de la Universidad de Chicago
(EEUU).
Como recalcan estos autores,
la sensación de nerviosismo que muchos sienten antes de someterse a una prueba 'emborrona' la memoria a corto plazo.
Esto se suele traducir en una peor actuación y, por tanto, en unas notas más
bajas de lo esperado.
"Escribir podría
aliviar la carga de las preocupaciones [...] al ofrecer una oportunidad para
reevaluar la experiencia estresante", afirma el trabajo. Bajo esa máxima,
se ofreció la oportunidad de expresar por escrito sus pensamientos y
sensaciones a varios grupos de estudiantes.
La escritura como recurso de enfermedad
James W.
Pennebaker, profesor de Psicología en la Universidad de Texas, que desde la década de los
80 estudia el poder curativo de la escritura, ha investigado el beneficio, no
solo a nivel emocional sino también a nivel corporal, que posee esta terapia.
Al escribir se ve implicada por un lado, la parte artística, irracional y
emocional de la creatividad humana, y por el otro, la parte más lógica,
racional y estructurada del lenguaje. Por lo tanto, se ponen en funcionamiento
los dos hemisferios cerebrales, que interrelacionados ayudan a la regulación
del sistema límbico y el equilibrio emocional. Habla de cómo aquellos traumas
vividos, aquellas vivencias que se guardan en nuestro silencio mas profundo,
son desencadenantes en muchas ocasiones del estrés, que “Podría acelerar
procesos psicosomáticos, incrementando el riesgo de enfermedad y otros
problemas relacionados con el. Contener pensamientos, sentimientos o
comportamientos vinculados con traumas emocionales, provoca estrés; liberarlos
debe, en teoría, reducirlo.”
Varias investigaciones demuestran
que el desahogo emocional que produce hablar o escribir sobre experiencias
traumáticas pasadas causa una mejoría sintomática sustancial y duradera en
enfermos asmáticos y artríticos, el doctor Valentín Fuster, cardiólogo, elogia
los efectos saludables protectores de la comunicación sobre el músculo cardíaco
y las arterias coronarias que lo nutren y oxigenan.
Un estudio de la
Escuela de Medicina de la Universidad de Boston,
Estados Unidos, el cual demostró que apuntar los pensamientos, sentimientos y
emociones más profundas de la vida de cada uno de los pacientes podría mejorar
el síndrome del colon irritable (SCI). Este hallazgo dejó ver a los realizadores
del estudio que cuando la persona escribe con soltura sobre lo que siente,
puede beneficiarse a nivel emocional y a nivel físico.
Cuantas más veces narramos los
sucesos y las emociones que nos perturban más fuerza pierden y menos
posibilidades tienen de perjudicarnos a
largo plazo.
La escritura terapéutica y su benéfico en el ciclo vital
del mayor
Nos dice Villar Feliciano: “En los últimos años el
enfoque narrativo y en especial el estudio de las historias vitales ha cobrado un especial interés para la Gerontología. Escuchar
como los mayores dan sentido a su vida y son capaces de elaborar historias
coherentes ofrece una novedosa orientación para aproximarnos al estudio del
envejecimiento y de las trayectorias vitales desde dentro.”
Dentro de este movimiento
subjetivista, una de las perspectivas que ha atraído a más interés es el
denominado enfoque narrativo, que propone, en esencia, la narración como
instrumento fundamental mediante el que las personas dotamos de sentido a
nuestra experiencia. Así, somos capaces de explicar nuestras vivencias y
comprendemos las vivencias de los demás porque les aplicamos el formato y estructura
propia de los relatos, que incluye elementos como los siguientes
(McAdams, 1993):
• Un entorno que localiza la historia en un lugar y
un tiempo determinado.
• Unos personajes, que serán los protagonistas de la
historia, y que tienen unos objetivos y motivaciones particulares, en ocasiones
contrapuestos.
• Una trama, entendida como una secuencia de
acontecimientos externos y acciones llevadas a cabo por los protagonistas para
conseguir sus metas, elementos que se distribuyen en el tiempo mediante cadenas
de causas y efectos. En una historia típica, esta trama genera cierta intriga
(motivada por el desconocimiento acerca de si los protagonistas lograrán
finalmente sus metas o no), hasta llegar a un clímax en el que la tensión de la
historia es máxima.
• Un desenlace que pone punto final a los esfuerzos
de los protagonistas por lograr sus metas. Llegado a este punto, los personajes
se han transformado respecto a cómo eran al inicio de la historia: han
aprendido cosas. Eso que los personajes de la historia aprenden es la lección
que se pretende transmitir narrando la historia, su moraleja.
Podéis
ver el artículo completo en:
Documento “Emociones y taller de
escritura en adultos mayores”:
BIBLIOGRAFIA:
VILLAR, Feliciano (2006). “Historias de vida y
envejecimiento”. Madrid, Portal Mayores, Informes
Portal Mayores, nº 59. Lecciones de Gerontología, VII
[Fecha de publicación: 29/06/2006].
<http://www.imsersomayores.csic.es/documentos/documentos/villar-historias-01.pdf>
Adorna
Castro, Reyes. Practicando la escritura terapéutica, 79
ejercicios, Desclée de Brouwer. Bilbao, 2013.
Kohan, Silvia. La escritura terapéutica, Editorial Alba, 2013.
Rodríguez, Manu. Manual de escritura curativa, Editorial Almuzara, 2011.
Bruder, Mónica. Escritura y cuento terapéutico, colección Hormé,
Ramírez
Brunetti, Carla. Use el lápiz y sea feliz