En muchos de los talleres que realizo con los mayores, una de las dinámicas con las que trabajo de manera habitual consiste en crear un buen ambiente donde cada uno sea protagonista durante un periodo pequeño de tiempo, durante el cual pedirá a sus compañeros algo que desee y que en su vida cotidiana, le da vergüenza o no se atreve a pedir.
La gran mayoría piden dos cosas: La primera, que sus compañeros le den un fuerte abrazo. La segunda, que le digan cosas bonitas que le hagan sentirse bien.
Si reflexionamos sobre este hecho, esto nos confirma la opinión que siempre he tenido de que uno de los principales motivos que hacen que se acerquen a estos talleres, es la gran necesidad de ser escuchadas/os, de contar cosas, sentirse entendidas/os, que reconozcamos la labor que realizan y lo poco que se le valora en su entorno familiar.
Como dije en un articulo anterior, son personas resignadas en su casa, pero con ganas de conocer gente nueva, que las valore y que compartan con ellas las ganas de crear y jugar, que entiendan sus necesidades y que juntos investiguen ese mundo interior emocional, que tanto tiempo han tenido dormido.
Y eso es uno de los objetivos de mis cursos y talleres: tratar que comprendan que sus problemas tanto a nivel fisco como afectivo son los mismos que tienen sus compañeras/os y a la vez tomen las riendas y se expresen libremente.
Y poco a poco, con mucho esfuerzo por todas las partes, se va logrando. Ver cómo cambia sus caras cuando son abrazados, como se emocionan y como sus emociones se disparan, logrando que el grupo se sienta participativo y receptivo hacia la persona que en ese momento esta siendo abrazado. Tengo que decir que es algo conmovedor y esperanzador.
Este nuevo artículo, va a ser el comienzo de otros dos. En esta primera parte he puesto un poco de mi experiencia sobre el encuentro de los mayores con el tacto, “El tocar”. Una segunda parte donde comentare lo que he encontrado publicado sobre este tema, e intentare trasmitir como benéfica a todas las personas. La tercera parte, también será práctica y es sobre la fuerza Emotiva que tiene el abrazarse. Es importante que nuestros mayores comprendan que se siente cuando abrazamos a otra persona. Debemos aprender a distinguir como ese contacto puede ser: calmante, cariñoso, afectivo, consolador o nos produce seguridad.
A veces pienso, en la suerte que tienen los animales, en como los tocamos, en como damos muestras de cariño al hacerlo y me hace pensar que sean ellos los que reciban lo que nosotros, como seres humanos, tanto necesitamos.
A medida que vamos envejeciendo, van disminuyendo las oportunidades de contacto físico y más si uno de los dos miembros de la pareja fallece, entonces es cuando el contacto físico del que sobrevive desaparece casi por completo.
Y es en la vejez cuando necesitamos más contacto, pues es cuando nos encontramos más asustados, solitarios y deprimidos.
Quiero finalizar este articulo, con un poema que me causo un gran impacto. Un poema que encierra una gran ternura, nostalgia y provocó en mí un cierto escalofrió no dejándome impasible al leerlo.
Espero que su lectura nos haga reflexionar sobre la terrible soledad y necesidad de contacto y cariño a la que puede llegar una persona mayor.
Poema de Donna Swanson, “Minnie Remembers”
Dios,
Mis manos son viejas.
Nunca lo había dicho en alto,
Pero lo son.
Antes estaba orgullosa de ellas.
Eran suaves
Como el melocotón maduro.
Ahora tienen la suavidad
De las sabanas ajadas o las hojas marchitas.
¿Cuándo estas manos esbeltas y gráciles
se convirtieron en garras nudosas y mermadas?
¿Cuándo, Dios?
Yacen aquí en mi regazo,
Desnudos recordatorios de este cuerpo cansado
Que tanto ha trabajado.
¿Cuánto tiempo hace que alguien me toco?
¿Veinte años?
Soy viuda desde hace veinte años.
Respetada.
Me dedican sonrisas.
Pero nunca me tocan.
Nunca me abrazan con tal fuerza
Que me hagan olvidar la soledad.
Recuerdo como me abrazaba mi madre,
Dios.
Cuando me sentía herida en carne o espíritu
Me acercaba a su persona,
Me tocaba el cabello
O me acariciaba la espalda con sus manos cálidas.
¡Oh, Dios, estoy tan sola!
Recuerdo el primer muchacho que me beso.
¡Era tan nuevo para ambos!
El sabor de unos labios jóvenes y palomitas,
La intuición de los misterios que vendrían.
Recuerdo a Hank y a los bebes.
¿Cómo podría recordarlos, si no juntos?
Entre torpes intentos de nuevos amantes
Llegaron los bebes.
Y a medida que crecían, también lo hizo nuestro amor.
Dios, a Hank no pareció importarle
Que mi cuerpo se volviese algo más grueso y ajado.
Todavía lo amaba. Y lo tocaba.
No nos importaba no ser ya hermosos.
Y los niños me abrazaban mucho.
¡OH, dios, estoy tan sola!
Dios, ¿Por qué no criamos a los niños
Para que fuesen bobos y afectuosos
Y no solo dignos y correctos?
Cumplen sus obligaciones;
Vienen en sus buenos coches,
Entran en mi habitación y me presentan sus respectos.
Charlan animados y recuerdan el pasado.
Pero no me tocan.
Me llaman “Mama” o “Madre”
O “Abuela”.
Nunca Minnie.
Mi madre me llamaba Minnie.
Lo mismo hacían mis amigos.
Y Hank también me llamaba Minnie.
Pero ya se han ido.
Y Minnie también.
Aquí solo queda la abuela.
¡Y Dios! ¡Esta sola!
CREO QUE EL TACTO ES EL PRIMERO DE LOS CINCO SENTIDOS,SE PUEDE VIVIR SIN VER,SIN OIR,PERO NO SIN TODO LO BUENO QUE NOS APORTA EL CONTACTO. TAMBIEN CREO QUE ES UNO DE LOS MEJORES CANALES DE COMUNICACIÓN QUE TENEMOS,Y NO SABEMOS UTILIZAR.GRACIAS POR ENSENARNOS.
ResponderEliminarMuy bien me gustó mucho el Blog.
ResponderEliminarCompleto y didáctico.
Este es el camino que debemos seguir para trasladar nuestros quehaceres a la sociedad y decirles que aquí estamos llenos de actividad y energía.