Una de las cosas más grandes
que tiene esta profesión es que puedes hacer reír en el mismo
momento a personas de 9 a 90 años, chinos, europeos, africanos,
todos a la vez. Eso es maravilloso.
Mi experiencia, cuando
asistí a formarme como clown en la escuela de Pablo Pundik
En la escuela, fueron dos
años estupendos, donde compartí con mis compañeros y con Pablo:
Vivencias, emociones, sentimientos y amistad.
"Nos poníamos detrás
de un biombo. Cuando Pablo nos decía, salíamos, nos situábamos en
medio del biombo más o menos y mirábamos al público.
Luego nos poníamos la nariz
y hacíamos lo mismo, mirábamos a la gente. (Pablo nos iba
indicando, levantar mas las cejas, abrir más los ojos, mirar al
público, contactar con ellos. A la vez nos iba provocando, "no
te rías, mueve las piernas, ese brazo, etc. La idea era ver cómo
nos sentíamos ante las personas, si estábamos a gusto, si los
espectadores estaban a gusto también con nosotros. Siempre nos
recalcaba la importancia del contacto ocular con el público, ver si
estaban bien.
Opiniones de Pablo sobre el
clown:
El clown, es un provocador de
risas, sensaciones y emociones, nos hace reflexionar con su visión
del mundo y sus intentos de posarse por encima de sus fracasos.
El clown, busca ser amado por
el público que le están viendo, por eso nunca debe perder el
contacto visual con el público, debe ver si este se rie, para seguir
haciendo la misma cosa, o esta serio, para cambiar de actividad.
El clown es vulnerable, es el
niño que todos llevamos dentro, disfruta jugando, quiere ser adulto,
intenta integrase, pero nunca lo consigue, quiere parecerse a los
demás, sin conseguirlo.
El clown es espontaneo y no
tiene sentido del ridículo. Son tremendamente curiosos y cualquier
cosa puede sorprenderlos y alucinarlos.
Si se les regala un juguete
carísimo pueden sacarlo de la caja, dejarlo a un lado
y pasarse horas jugando con la
caja y el envoltorio, (el mundo al revés).
El clown siempre interactúa
con el público, los dos participan, si no, no sería espectáculo
clown. El clown y el público son cómplices, este los mira y ellos
le miran. Y según lo haga, así actúa el clown.
Al espectador le da pena, el
clown quiere hacer reír, quiere hacer cosas para que el público vea
que es alguien importante.
Hace algo malo y en su error,
mira al público como compartiendo sus errores, no quiere pasar
desapercibido.
Después de esos dos años con Pablo, puse en práctica en mis cursos y talleres con adultos y mayores muchas risas, desinhibiciones, picardías grandes alegrías y mucha ilusión además de Compartir conocimientos, juegos y momentos de clown.
Jesús
Jara, (El clown, un navegante de las emociones)
Con Jesús coincidí en unas
jornadas "sobre el humor", en Alcalá de Henares, también
estaba Pepe Viyuela. Recuerdo que Jesus cerró las jornadas sobre el
humor haciendo una versión clown del resumen de lo tratado esos
días.
Cito algunos comentarios
sacados de su libro:
Y cuando vemos un buen clown,
reímos. Reímos de lo que hace, por lo que hace o deja de hacer,
reímos por lo que imaginamos y, sobre todo, reímos porque o nos
identificamos con él o identificamos algo o a alguien conocido en el
o en su comportamiento. Y es que detrás del trabajo de clown hay un
arte y el origen de cualquier arte es encontrar una identificación.
El clown nos ofrece también
todo un abanico de emociones que forman parte de la esencia del ser
humano. Sus muecas reflejan dolor, ilusión, escepticismo, picardía,
tristeza, amor, rabia, alegría. Hay clowns que parecen niños. Otros
se comportan como gamberros adolescentes, los hay que parecen adultos
intentando mantener las formas y algunos reflejan la serenidad y el
cansancio físico de la vejez. Nos ayudan, por tanto, a comprender
mejor a los demás y a nosotros mismos, a aceptarlos y a aceptarnos.
Los clown nos recuerdan lo que hemos sido, lo que somos y lo que
seremos. Son como un espejo del ser humano. Nos muestran, tras la
mueca que hay entre la risa y el llanto, cual es nuestro verdadero
rostro.
El alma del payaso representa
el alma del ser humano: los opuestos, las contradicciones, la
dualidad.
El clown basa una gran parte
de su repertorio, de su inspiración, en imitar lo que ve, en
reproducir nuestras conductas. En parodiar, es un transgresor.
En las terapias de
modificación de conducta sus posibilidades son ilimitadas, ya que
sacar fuera nuestro clown significa sacar fuera con total libertad
nuestros pensamientos y sentimientos más auténticos, primarios y
sinceros y esa es la base para solucionar cualquier tipo de problema.
Como dicen Foulkes y Anthony en psicoterapia grupal, una situación
terapéutica es aquella "Donde el paciente puede expresar
libremente sus más íntimos pensamientos sobre sí mismo, sobre
cualquier otra persona y sobre el terapeuta. Puede tener la certeza
de que no está siendo juzgado y que es plenamente aceptado tal como
es y diga lo que diga".
Muchas veces se dice que el
payaso es como un niño. Y no van descaminados los que lo dicen. Hay
muchas características de los niños en el universo del clown, en su
comportamiento, su forma de razonar, su manera de afrontar los
problemas. En sus bromas, sus reacciones, sus cambios de humor, como
por ejemplo el paso del llanto a la risa sin transición. La
curiosidad, la ingenuidad, la mirada clara, la sinceridad y la
espontaneidad, ciertamente, son conceptos comunes en las pautas de
comportamiento del niño y el clown. El deseo de tener, de jugar y
experimentar, de aprender, tienen sutiles lazos entre uno y otro.
El clown es, más bien, un
adulto que actúa siempre como lo hacen los adultos cuando no son
observados, cuando no están expuestos al juicio de los demás.
Y es que cuando nos
encontramos solos, nuestro comportamiento se vuelve libre, dando
rienda suelta a nuestras verdaderas emociones y mostrando la desnudez
de nuestro interior.
El clown mira de frente, ojos
abiertos, cejas arqueadas. Inocencia. Mirada clara, receptiva,
abierta a recibir, sentir y conocer. Mirada que anuncia, que informa.
El clown busca compartir, implicar al que le observa. Le arrebata su
deseo de complicidad con los otros.
Su mirada es una puerta
abierta para comunicar, para expresar. Nunca para ocultar, ni
siquiera cuando lo intenta. Es una puerta social para el intercambio,
el puente de comunicación de su mundo interior. Y la manera de
confrontar este con el de los demás, con las normas sociales.
Su mirada es un diario
abierto a través del cual recibimos permanente información sobre
sus intenciones, ilusiones, experiencias, decepciones, miedos,
deseos. Sus sentimientos escapan por sus ojos como el humo por la
chimenea, de manera natural, irrefrenable, casi involuntaria.
Un clown de circo, Machuca,
aconsejo a otro que comenzaba: "Si quieres hacerte con el
público, tienes que mirar al espectador cara a cara, o de lo
contrario el público se meterá contigo, te increpara. Hay que mirar
a la gente cara a cara para ganártela.
Una nariz roja frente al
horror (Pepe Viyuela)
La risa es quizá, uno de los
pocos espacios no susceptibles de ser invadidos que le restan al ser
humano. No puede ser comprada, vendida, ni obligada a existir, los
poderes económicos, militares o de cualquier otro tipo, carecen de
la capacidad para hacer de la risa un espacio anexionado. Constituye
un espacio interior y personal de cada ser humano, y lo mismo que el
pensamiento, forma parte de lo que nadie puede controlar de nosotros
mismos. Es un gran espacio de libertad, que podemos hacer cada día
mayor.
¿Qué es lo que llevamos
con nosotros los payasos? ¿Que viaja con nosotros en nuestra maleta?
¿Que aportamos en los lugares de crisis? ¿Para que servimos, si es
que servimos para algo, fuera del contexto de un circo o un teatro?
Un payaso parece tener
únicamente un lugar dentro de la carpa de un circo o el recinto
cerrado de un teatro. Pero en estado libre, sin más limites que los
dibujados por la propia realidad, inmerso en la vida cotidiana, el
payaso es un elemento que abre un espacio infinito de preguntas:
representa en sí mismo al inadaptado, al errante, al desposeído, al
diferente, al desplazado, a aquel que por parecer diferente se sitúa
al margen, aquel de quien los demás hacen mofa.
Pero también representa
aquello en quien los otros descubren que pueden reírse de sí mismos
y de lo absurdo de su propia existencia, porque en él se recogen
elementos en los que todos nos reconocemos, puntos de humanidad y de
vulnerabilidad, de ingenuidad que todos guardamos. Constituye un
elemento poético y filosófico, que escapa de lo cotidiano y que
inconscientemente nos muestra una claraboya que ilumina nuestra
rutina, plagada las mas de las veces de elementos que la hacen
insufrible y de la que necesitaríamos escapar. Esto resulta mucho
más evidente en lugares donde los conflictos bélicos o sociales son
muy fuertes. Allí resulta más necesario que ningún otro el aporte
de aire fresco, de colores vivos, la sugerencia de que, aunque el ser
humano es capaz de los mayores horrores, también lo es de la mejor
poesía y del mayor encanto; el ser humano es capaz de torturar y de
matar, de violar y de asesinar, pero también es capaz de enamorar,
de cantar, de sonreír, de emocionar. Eso, comprensiblemente, se
olvida fácilmente en medio del horror. Nosotros no queremos que eso
se olvide, porque quizá sea lo único capaz de salvarnos del
desastre. Queremos refrescar la memoria, no solo a las víctimas,
sino también a los verdugos. Vamos en busca del que sufre, pero
también nos dirigimos al que ha provocado el sufrimiento, queremos
poner un espejo delante de unos y de otros, de las victimas para que
recuperen la esperanza y de los verdugos para que, si queda un resto
de vergüenza en su ser, se cuestionen lo que les lleva a actuar como
lo hacen. El payaso lleva en su cara, en su traje, en su nariz, en
sus bolsillos el mensaje de que es posible elegir como ser, de que
nadie ni nada, salvo nosotros, debería elegir ni como vestimos, ni
si nos pintamos o no la cara o el pelo, ni si las ideas que tenemos
han de ser de bote o naturales. Es un canto a la libertad del ser
humano, frente a cualquier tipo de imposición.
Una
nariz roja en medio de un universo de pólvora y agresividad es una
apuesta por el ser humano.
Cuando un payaso viaja al
escenario de la guerra, la dimensión absurda de esta subraya todavía
más. Un hombre de uniforme frente a otro hombre de uniforme son la
viva imagen de una batalla que puede estar a punto de empezar. Un
hombre de uniforme frente a un hombre vestido de colores, con
zapatones y una nariz roja, representa un choque conceptual que
cuestiona el enfrentamiento y que nos hace preguntarnos si de veras
merece la pena tanto horror, cuando también se es capaz de producir
tanta alegría.
En medio de los fusiles y de
los tanques, un payaso parece no pintar nada, pero es entonces cuando
quizá también podemos preguntarnos quien es quien pinta menos en la
vida de los hombres: ¿que nos hace menos falta: una nariz roja o un
fusil?
En un paisaje en el que la
presencia abrumadora de la hostilidad y de la fuerza a través de la
violencia es el pan de cada día, una nariz roja disloca el horror y
prueba la existencia de la esperanza, refugiada en el corazón.
"el sentido del humor
puede ayudarnos a pasar por alto lo antiestético, a tolerar lo
desagradable, a superar lo inesperado y a sonreír en medio de lo
insoportable."
Waldocks
Humor y amor, de la terapia
al contexto: la estrategia del amor, "Patch Adams"
Y
esa seducción. ¿Cómo puede llevarse a cabo?
El mecanismo de trasformación
más fuerte que conozco es el de ofrecer a las personas la
oportunidad de ayudar a quienes sufren. Al cabo de un tiempo, muchos
sienten un impulso poderoso, un "resplandor interno", que
hace que ayudar a los demás pase a ser parte integrante de su vida.
Los hospitales y la profesión
médica del mundo entero están pidiendo a gritos volver a conectar
con la compasión, la alegría, el amor y el humor.
En la "estrategia del
amor" no existe un interés individual por obtener poder ni
beneficio.
Cuando amor y humor
constituyan el clima del hospital, cada empleado será amoroso,
alegre, tierno y divertido por elección propia, para beneficio tanto
del cuidador como del paciente.
Si permitimos que nuestro
"amor estratégico" siga siendo terapia, implícitamente
admitiremos que hay situaciones en las que no es necesario. Por el
contrario, si nos comprometemos a cultivar el amor como clima,
crearemos una atmosfera continua de alegría, amor y risa.
Hay tantas maneras sencillas
de conseguirlo... (a menudo siento que la ropa de payaso es un truco
para acercarnos al amor al paciente).
En cuanto seamos capaces de
comprender los efectos positivos para la salud de un clima alegre,
amoroso y divertido-tanto la del paciente moribundo como la de
cualquier persona-podremos decidirnos a apoyar la creación de un
clima diario de amor y diversión. Esto haría que nuestras
comunidades fuesen más sanas, favoreciendo la construcción de una
sociedad pacifica y amorosa. Tanto esta decisión individual, así
como los gestos y acciones que activa, podrían dar un sentido dulce
a la vida de cualquiera.
En los muchos años que
llevo, con esta labor he descubierto que la artillería pesada de la
estrategia del amor son la simpatía y la celebración de la vida.
Si a ellas añadimos la
generosidad-fácilmente capaz de calmar situaciones tensas y de
reconfortar incontables sufrimientos-podremos paladear una revolución
de los cuidados sanitarios.
Mis experimentos me han
enseñado que el amor y la diversión públicos son tan importantes
que desde hace más de 20 años he optado por vestirme todos los
días solamente con la ropa de payaso, para aportar así mi granito
de arena.
Cuando empecé a pasar
consulta (cualquiera que fuese la edad del paciente), me empeñaba en
ser divertido, incluso con los enfermos mas graves. Sin embargo,
menos evidente resultaba que, además de ser divertido (amoroso y
alegre) con los pacientes, debía serlo también con sus familiares y
con el personal hospitalario.
Se que la esencia del payaso
se trasmite principalmente a través de una boca y unos ojos
sonrientes, de una canción improvisada y de una escucha atenta y
paciente. Con el paso de los años, he añadido atrezzo y me he
convertido en personaje. Durante cientos de horas he sido "el
tío del pez".
En 1997 lleve payasos a los
campos de refugiados de Kosovo. Tras el primer día de intervención,
los ancianos del lugar se nos acercaron para decirnos que era la
primera vez que veían a los niños del campamento jugando y a
parejas cogidas de la mano: el amor y el humor insuflaban vida a
estas personas que estaban sufriendo.
Quiero aplaudir a los
hospitales por abrirse a la creación, en sus propias instalaciones,
de espacios y puestos de payasos, y a los propios payasos que
afrontan este trabajo curativo. Y también quiero animar a todos,
sean payasos profesionales o no, a que imaginen que su quehacer
diario puede formar una parte poderosa de la creación de un clima de
amor y diversión. ¡Cada uno de nosotros podemos ser un instrumento
de la "estrategia de amor"!
Los payasos de hospitales han
pasado la mayoría del tiempo en pediatría, y yo desde el principio
les he animado a que visiten las plantas de adultos. De hecho,
prefiero hacer el payaso par adultos, ya que tienen una experiencia
de la vida mucho mayor.
"Nuestro sentido del
humor y la capacidad de reír puede nutrir y proteger nuestro
organismo, mente y espíritu en estos tiempos de rápidos cambios."
Patty Wooten
"El actor inventa o
interpreta un personaje, mientras que el payaso inventa el suyo
propio."
Roberto Benigni
Experiencias en hospitales:
"Al actuar, uno siente
como renace la esperanza en los niños, como la alegría toma el
lugar que hasta entonces estaba ocupado por la tristeza y el
abatimiento."
La risa tiene algo de
irracional que ayuda a desbloquear psicológicamente a la persona de
la tensión y la dificultad que le produce la enfermedad, le
proporciona una nueva forma de verla y un mecanismo de funcionamiento
frente a ella, le permite superar las propias dificultades y ver las
cosas de una manera positiva.
"la relación que se
establece entre la persona que hace reír y la persona que ríe es
especialmente significativa y maravillosa cuando tiene lugar en
situaciones de crisis, de urgencia y de necesidad. Es todavía más
impactante cuando el objeto de la intervención son niños y niñas
enfermos.
Es precisamente ante esta
situación, cuando reír y jugar se convierte en actos terapéuticos
y, por si mismos, paliativos.
Los payasos no curan
ninguna patología, pero pueden ser perfectamente un complemento a
los tratamientos más convencionales.
Fragmento entrevista
revista Vital diciembre 2001, la sonrisa medica
"Teóricamente cuando
preguntamos a un niño si podemos entrar y nos dice que no, hemos
fracasado. Sin embargo, fíjate que la naturaleza del payaso está
basada en el fracaso. El éxito del clown esta en el fracaso. El
clown trabaja encima de los fracasos, el clown que te hace reír es
el que trata de hacer las cosas bien hechas y lo consigue. Y esto es
lo que causa la risa de la gente. En el caso del niño que rechaza
nuestra entrada en su habitación, no nos lo tomamos negativamente y
desde la puerta le decimos: "¡Pues no pasaremos, no
pasaremos!", y entonces empezamos a movernos de un lado a otro
por el pasillo, de acá para allá, y nos chocamos y nos tropezamos y
nos caemos y nos levantamos y nos despedimos y volvemos a chocarnos
y, de pronto, el niño se está riendo. No hay que perder ninguna
oportunidad para hacerles reír"
Fragmento del diario de un
payaso de hospital
"(...) después de tanto
tiempo en el hospital ya sabemos que la casualidad no existe, que los
hechos se encadenan unos con otros de una forma irreal pero cierta,
que solo hay que abrir los ojos para que pasen cosas que unos tildan
de destino divino, otros de sincronicidad y los mas racionalistas lo
justifican con la palabra "causalidad", pero ya sabemos que
no, que no es así, porque nos da igual, la enfermedad sigue su
curso y los niños siguen postrados esperando que alguien les saque
de ese estado tan anómalo. Seguimos nuestro trabajo, tropezamos con
las camas, nos caemos por el suelo, se nos cae todo lo que llevamos
en la maleta y como no conseguimos mantener el equilibrio optamos por
trabajar desde el suelo. La risa ya se ha convertido en carcajada. Es
el triunfo del fracaso. Otra vez la adversidad ha sido vencida. Hasta
mañana."
Asociación "Pupaclown"
Ya sabíamos a que nos
enfrentábamos. Un montón de indiferencia hacia los niños provocada
por exceso de trabajo, fe ciega en la santa medicina y un poco de
malas pulgas en algunos casos. Un desprecio inicial por una actividad
que suena a mofa (la verdad es que lo es) y que primero hay que curar
al niño y que después que se vaya al circo.
Dicen que con cada suspiro
creces un poco. Nosotros crecimos mucho aquel día Y comenzamos el
trabajo de replantearlo todo.
Entre todos hemos hecho un
buen equipo: ellos se ocupan de sanar el "cuerpo" y
nosotros nos ocupamos de las "almas". Lograr que estos
niños sometidos a interminables tratamientos recuperen su capacidad
de soñar y vuelvan a sentirse niños en nuestro objetivo.
Asociación "PayaSOSpital"
No existe una única verdad
de lo que es un Clown, cada profesional intenta encontrar su verdad,
la que a él le funciona y ha ido construyendo con el tiempo según
su formación y experiencia.
Mantener la distancia
correcta en cada situación para cada niño/a, según su edad y
estado para que no viva la situación como una amenaza, es
imprescindible. Al igual que respetar el tiempo adecuado para que el
niño se habitué a la presencia de un ser desconocido y extraño.
Hay que tener en cuenta que en determinadas edades el tiempo de
reacción es mucho más lento que un adulto.
Al mismo tiempo cuidamos
mucho la apariencia física (evitamos los maquillajes agresivos,
vestuario exagerado, accesorios voluminosos o sofisticados...),
permanecemos atentos al lenguaje verbal (voces extrañas, gritos,
sustos...) y al no verbal (gesticulación, movimientos bruscos,
sobresaltos, cambios de ritmo inesperados...)
Los/las niños/as
Nos acogen con entusiasmo,
nos esperan con una sonrisa, se incorporan a pesar de la fiebre y
verbalizan su deseo de acogernos en su habitación. Bailan, juegan,
se ríen, nos cantan una canción o nos hacen un dibujo. Si tienen
que volver a una consulta externa, quieren hacerlo el día que saben
que están los payasos, y de ese día solo recuerdan el momento del
espectáculo o juego que les ofrecieron sus "doctores"
favoritos.
En ocasiones, les permite
canalizar la hostilidad que representa la hospitalización: el dolor
de la enfermedad. La aplicación de los tratamientos, la separación
con su entorno habitual y la permanencia en un medio desconocido.
Pueden manifestar su impotencia, desacuerdo, e incluso, en
ocasiones, su agresividad con la figura del payaso ya sea de forma
directa (payaso-niño) o indirecta (disfrutando de las peleas,
tortazos, golpes, caídas simulacros de pinchazos...entre payasos).
Nosotros, los payasos, la
personificación del ridículo, del error y del fracaso, jugamos a
ser sabios, a imaginar que hemos encontrado el antídoto del dolor,
la formula de la inmortalidad. Recuperamos de este modo el rol del
clown: ayudar a asumir mejor la torpeza y la imperfección de la
condición humana, la fragilidad de la vida, la finitud del ser
humano.
"Da un poco de amor a un
niño y ganaras un corazón"
John Ruskin
"Como la sonrisa es un
bien difícil de encontrar en los hospitales, los payasos le ponen un
poco de sal y pimienta al tratamiento. Y así, entre inyecciones y
sonrisas, el niño se cura... o no se cura. Porque los payasos solo
son una sencilla pastilla diaria."
Pallapupas
BIBLIOGRAFIA:
PAYASOS
SIN FRONTERAS: Risas y
Humor,
JARA,
Jesús: El clown, un
navegante de las emociones.