miércoles, 20 de noviembre de 2013

PEDAGOGIA DEL HUMOR (1ª parte)



Introducción:
 

La escuela, pasada la atracción de los primeros años escolares, está muy lejos de ser una emocionante aventura. Los centros de enseñanza ofrecen incitaciones escasamente sugestivas al estudio y al trabajo y, por ello, aprender es, con frecuencia una tarea poco apasionante. En la práctica, se carece de programas flexibles con materias adaptadas a las necesidades presentes y futuras de los estudiantes; los procedimientos de enseñanza son a menudo rutinarios y los recursos didácticos escasos u obsoletos. Los maestros siguen anclados en el papel explicativo y se resisten a asumir la función que les corresponde como facilitadotes y estimuladores del aprendizaje. La escuela sigue siendo un reducto cerrado, ajeno al vivo palpitar de su micro mundo circundante. Sin advertir que una escuela que se cierra, es una escuela que se encierra, no ha sabido convertirse en una fuente de estímulos culturales para la comunidad (a las cinco de la tarde acaba sus tareas esta escuela antieconómica e insolidaria) y se ha opuesto -salvo excepciones- a que la comunidad entre en las aulas y las vivifique, impregnándolas de frescura y realismo. Muchas aulas son lugares sombríos y algunos centros escolares parecen concebidos según un modelo de alta seguridad: galerías superpuestas, de paredes descarnadas, donde el silencio se hace lúgubre y ominoso. Algo hay que hacer con esta escuela, pero, ¿por dónde empezar?. Empecemos por reír.
El sentido del humor en su más amplio sentido


Cuando reflexionamos acerca de los factores que configuran las relaciones humanas positivas se refuerza la creencia de que el humor es una cosa muy seria. El humor no es contar chistes (aunque el chiste, como sostiene Freud, es la mejor válvula de seguridad que ha desarrollado el hombre frente a la represión), sino que es, como afirma Keillor, una presencia en el mundo, que, como la gracia, brilla sobre todos. El humor (etimológicamente "rocío"), baña de frescura a la existencia humana, la dota de naturalidad y de optimismo, permite al hombre adherirse a la realidad positiva (para recrearse en ella) y a la negativa (para relativizarla). El humor nos sitúa por encima de las tensiones que, a menudo, nos perturban más allá de lo deseable y nos ayuda a encontrar sentido al mundo en que vivimos. El humor, que implica tolerancia y amplitud de miras, es un magnífico antídoto contra la soberbia, la gravedad mediocre y la seriedad pedante. Y, en todo caso, el humor, como decía Churchill, nos consuela de lo que somos. El sentido del humor es patrimonio exclusivo de las personas que se aceptan a si mismos y a los demás como síntesis imperfecta de virtudes y defectos.

Humor y creatividad
 

No interesa tanto destacar la creatividad inherente a muchas manifestaciones del humor (los chistes, por ejemplo) como la importancia que reviste el humor como requisito para la emergencia de las manifestaciones creativas. Quien posee sentido del humor es capaz de ver las cosas con una mirada distinta, sin limitaciones y a la esclerosis mental de la persona adulta y rígida, opone flexibilidad y apertura. La creatividad no se desarrolla en ambientes encorsetados y autoritarios sino en entornos de libertad y tolerancia. El humor ayuda a crear esos ambientes. Si deseamos estimular la expresión individual es necesario asegurar que no vamos a responder con evaluaciones paralizantes. Una de las técnicas más acreditadas de producción de ideas, el brainstorming, se apoya, precisamente en el principio de que cualquier contribución, por absurda que parezca, es válida, quizás no en sí misma, pero sí como base para reformulaciones ulteriores de las que puede desprenderse la solución adecuada al problema que se considera. Los grupos sinódicos requieren también de una atmósfera libre de condicionamientos mentales y, desde luego, no es fácil encontrar en ellos personas malhumoradas o ensoberbecidas. No es casualidad, por otra parte, que las personas que se han dedicado al estudio de la creatividad hagan gala de una extraordinaria sencillez y de un excelente sentido del humor.

El profesor y el humor
 

El humor constituye, no sólo un medio de educación imprescindible sino un objetivo educativo de primera magnitud. Pero con el humor sucede lo que con la creatividad: probablemente no se puede enseñar pero el profesor está obligado a estimularlo, a liberarlo a alimentarlo y a guiarlo. Aunque en nuestra educación formal (es formal porque es muy seria), se aplica con frecuencia el principio según el cual el que no sabe hacer una cosa se le encarga que la enseñe, sólo es posible ganar adeptos para el humor si uno mismo está convencido de sus saludables efectos y permite que impregne la totalidad de su existencia.

El sentido del humor es una actitud vital, un estado interior que se expresa en multitud de acciones y en comportamientos verbales y no verbales. El profesor que posee sentido del humor está dotado de una personalidad entusiasta que se traduce ante los alumnos en una imagen optimista y confiada. Además, es inteligente, en el sentido de que es capaz de utilizar hábilmente técnicas y recursos. Ese profesor permite que los alumnos se expresen de un modo natural, sin restricciones innecesarias y alienta las intervenciones ocurrentes o graciosas. En sus relaciones con los demás profesores, introduce alegres dosis de animación y es capaz de reaccionar de un modo positivo ante sus propios errores y los ajenos. El humor es patrimonio de los profesores emocionalmente ajustados a los que no importa, en determinados momentos, reírse, incluso, de sí mismos.

El profesor que cree en el humor y que lo ejerce, se esfuerza para que su aula sea un lugar alegre.

Después de leer las líneas precedentes, alguien pensará: "eso es muy fácil de decir pero muy difícil de practicar". No se ocultan las tensiones a que se ve sometida la profesión docente. Los estudios acerca de la salud laboral de los profesores proporcionan datos sobre la existencia de determinadas enfermedades profesionales que les afectan de modo particular. Especial gravedad reviste el hecho de que una proporción elevada de profesores (en algunas zonas uno de cada tres) están afectados por síndromes depresivos. Se han citado numerosas causas que explicarían este fenómeno: escasa valoración social atribuida a la tarea de enseñar, deterioro progresivo de la relación con los padres y los alumnos, escasa formación de los profesores en técnicas de afrontamiento y solución de conflictos interpersonales, conciencia de que son meros ejecutores de políticas educativas (a menudo erráticas) diseñadas por otros, etc. Con independencia de que un problema de esta naturaleza requiere un análisis profundo, que debe ser tenido en cuenta desde la administración educativa para llegar a soluciones eficaces y duraderas, algo debe hacerse ya para modificar ciertos factores que condicionan el estado vital de los profesores.

Una solución puede ser el desarrollo de la Animación Escolar, entendida como conjunto de acciones tendentes a configurar una atmósfera de alegría y optimismo para promover la satisfacción de los miembros de la comunidad educativa. Desde luego la animación escolar es una tarea compartida, en la que todos deben sentirse implicados y el resultado final debe ser que todos se propongan ser animadores de los demás. La Animación Escolar afectaría a planos muy distintos de la vida del centro: desde la decoración de espacios comunes y aulas con motivos que inspiren sentimientos positivos, hasta la reflexión comunitaria sobre los motivos eventualmente generadores de insatisfacción y la consecuente puesta en marcha de iniciativas que conduzcan a su erradicación total o parcial. Incluiría también el entrenamiento de los profesores en la aplicación de recursos humorísticos en la enseñanza y en la construcción de ambientes psicológicamente confortables.

Chistes, ocurrencias y sentencias como recurso didáctico

 
Expresión de buen humor (aunque no la única) es el empleo del chiste o la ocurrencia. La persona ocurrente posee un don natural del que carecemos el común de los mortales. Reacciona con rapidez ante las situaciones más variadas con una dialéctica chispeante, inesperada y, a veces, genial. La ocurrencia está presente en la conversación cotidiana y surge de un modo espontáneo, como un resplandor que ilumina momentáneamente. Algunas ocurrencias derivan en chistes que se propagan, con o sin añadidos, al margen de su creador original. Algunos chistes son como las ocurrencias: directos e impactantes; otros, nos sorprenden por la complejidad de su elaboración y por su desenlace difícilmente predecible.

Así como hay personas que presumen de no tener memoria, otras alardean de no saber contar chistes (es curioso que nadie se jacta de su falta de inteligencia). Aunque es cierto que la gracia de muchos chistes está en quien los cuenta, también es verdad que otros tienen, en sí mismos, el valor de la síntesis afortunada, como acontece con los proverbios y refranes. Hay muchos chistes que pueden ser contados oportunamente para llamar la atención de un concepto o una idea o para promover relaciones que facilitarán el recuerdo y el aprendizaje. No es sólo su potencialidad catártica o liberadora (humanizadora) la que confiere al chiste un alto valor en la relación humana, es que, además, es un recurso didáctico de extraordinaria eficacia. El chiste se apoya en la reacción inmediata que produce en el alumno el impacto de su contenido y sirve esencialmente para fomentar la reflexión sobre cuestiones de interés, favorecer el pensamiento asociativo y desencadenar procesos mentales relacionados con el análisis y la síntesis.

No se trata de convertirse en chistosos profesionales, pero los profesores deberían proveerse de un repertorio chistológico del que poder extraer de vez en cuando alguna muestra para insertar en el momento adecuado. Con todo, no conviene fiarse de las risas estruendosas de los alumnos cuando se termina de contar algún chascarrillo. A lo mejor, les ha hecho gracia. A lo peor, son muestras de exagerada complacencia tienen que ver. Los profesores que utilizan chistes y ocurrencias para reforzar otros mensajes, para relajar el ambiente o para hacer más llevadera la dura tarea de enseñar y aprender, tendrán más posibilidades de acertar si tiene en cuenta lo siguiente :

   El chiste o la ocurrencia no pueden, en ningún caso, atentar contra los valores o creencias (raza, religión, etc.) de ningún alumno de la clase.

   Deben ser utilizados con oportunidad. Por lo general, resultan más efectivos cuando siguen al mensaje central. "Esto es como lo que le pasó a aquél..."

    Si incluye expresiones impropias, se puede optar, o bien, por no contarlo, o bien por atenuar su expresividad.

   No empiece a contar un chiste diciendo "Aunque yo no se contar chistes...". Si es cierto, los alumnos lo advertirán sin necesidad de que se lo diga. Le aseguro que contar chistes no requiere más recursos dramáticos que los que, de modo natural, emplean muchos profesores para "hacer teatro".
 
 
 


Definición de risa

“Hubo un tiempo en el que la risa era considerada como un vicio vulgar, del que debía privarse al niño de cara a favorecer su autodisciplina y responsabilidad. Hoy, lejos de tales concepciones, la risa se muestra como un recurso pedagógico esencial, del cual no deben prescindir ni padres ni profesores”.

Educar en la risa

Educar en la diversión y en la risa no es fácil. Los padres deben llevar a cabo un proceso de aprendizaje continuo y sistemático, en donde la espontaneidad y la alegría centren los más importantes objetivos del aprendizaje. Las Escuelas de Padres imparten una muy buena y valiosa formación con objeto de favorecer estas adquisiciones.

 La risa de los niños
Pero, ¿por qué ríen los niños?, ¿hay algo en su risa que sea esencialmente diferente del adulto? Parece que sí, que los niños presentan un sentido del humor y una alegría más sencilla y libre de restricciones innecesarias. La risa infantil es a menudo una manifestación de su propia naturaleza y bienestar, y no tanto el resultado del contacto con el absurdo o la ironía interpersonal.

Con ello se quiere decir que el niño ríe cuando está a gusto, alegre o sencillamente se siente bien. Si su hijo pequeño ríe mientras se le cuenta un cuento o cuando aprende por fin a andar en bicicleta, no dude que disfruta con ello, que se siente motivado para escuchar, para hablar o superarse a sí mismo.


De esta forma, la risa de los niños es a menudo un indicio o una señal que procura una información muy valiosa para los padres. Riendo, el niño comunica que se encuentra a gusto y especialmente receptivo. Es el mejor momento para educar, estar con él y disfrutar de su compañía.


De qué nos reímos

Los niños, y más si viven en familia con muchos hermanos, suelen tomar a uno de los más pequeños como diana de gracias. Todo lo irrisorio recae sobre él, las bromas ligeras y pesadas. En una ocasión –las mejores ocasiones son aquellas en las que nadie se puede mover del sitio, es decir, las comidas, unos hermanos habían descargado un aluvión impresionante de bromas al más pequeño, de tal forma que le habían hecho llorar. Salió en defensa el padre de familia: «Os voy a contar una historia –les dijo–. Existía un planeta en el que sus habitantes carecían de sentido del humor.
Los grandes mandatarios de su Gobierno enviaron varias naves extraterrestres por el universo para buscar un planeta donde supieran reír, y aprender de ellos. Así llegó una de ellas a la Tierra, en concreto a nuestra casa, y observaron con satisfacción que los terrícolas sabían reírse. Al cabo de poco tiempo, regresaron a su planeta cabizbajos. En el informe intergaláctico escribieron: En la Tierra se ríen, pero no merece la pena aprender, porque sólo saben hacerlo unos de otros».
Si analizamos, no tanto las veces en que una persona ríe al día, sino cuál fue la gracia que causó la carcajada, empezaremos a entender la diferencia entre los dos puntos de vista que se proponían al principio. La risa fácil, aquella superficial, es la que hace alejar al hombre de su prójimo. Las tomas falsas, las cámaras ocultas, los vídeos de primera, que a todos han hecho reír alguna vez, son ejemplo de un humor que se podría definir de primer nivel. No es reflexivo ni inteligente, a primera vista, no es dañino, pero en realidad fomenta en la persona una actitud negativa hacia los demás.
El que se ríe de la caída de una persona, por muy graciosa que sea la panzada, demuestra, primero, que no tiene dominio personal y se deja llevar de lo espontáneo –la risa en esos momentos lo es; pero, además, no está mirando al otro, se mira a sí mismo en una reacción egoísta: le hizo gracia la desgracia ajena. Es una reacción causa-efecto que se produce en el plano del subconsciente, pero que se educa mediante la reflexión. El psiquiatra José María Sémelas aclara que «es la propia inteligencia la que, ejerciendo el buen sentido del humor, selecciona el ejercicio de la risa como producto de la reflexión y elige el momento de ejecutarla». Muy diferente sería, en el mismo caso de la caída de una persona, que fuera ella misma quien comenzara a reír. No sería, por tanto, una respuesta del subconsciente, el efecto no es fruto de tal causa: aquella risa ha necesitado de una reacción inteligente. Entonces corresponde al segundo punto de vista, es una actitud madura.
Dentro de una pedagogía del humor, entra de lleno, por la puerta grande, el aprendizaje indispensable de la auto mofa, es decir, aprender a reírse de sí mismo.


Existen dos formas de ver la vida que se contradicen o se complementan, según el modo en que se aborde la cuestión. Uno diría: el humor es la reacción del superficial, del que no sabe tomarse la vida en serio, del que no es capaz de llegar a los profundos fundamentos que la conforman, del que se evade cobardemente de ella. El otro diría: el humor es la atmósfera indispensable para que se den las virtudes, e signo inequívoco de madurez, la forma más realista de enfrentarse a la vida. Ambos tienen razón. El resultado del sentido del humor es la sonrisa, y su hermana mayor, la risa. Reír es un verbo; lo importante aquí está en analizar el complemento directo, es decir, de qué se ríe uno, o de quién se ríe uno.

 


Concepto de humor

Dentro de una pedagogía del humor, entra de lleno, por la puerta grande, el aprendizaje indispensable de la automofa, es decir, aprender a reírse de sí mismo. La profesora Mary Ángeles Martínez del Pozo, de la Universidad de Valladolid, ha presentado recientemente una investigación sobre El sentido del humor en la pedagogía de Tomás Morales.

«Tómate el pelo y serás feliz. Con esta máxima –comenta la profesora Martínez del Pozo resumía el jesuita Tomás Morales la actitud madura ante la vida, la más inteligente. Se trata de una pedagogía que enseña la posibilidad del control de uno mismo como primer paso, utilizando un aliado muy simpático, el sentido del humor».

Humor fino e inteligente es el del profesor que, cada día, cierra la puerta del aula tras de sí, para intentar dar clase de y aquí cada cual incluya la materia, con el fin de educar. Humor es lo que necesita el padre o la madre de familia que ya no sabe en qué idioma decirle a su hijo, otra vez, que, si continúa con su comportamiento, se hará daño.

            El que practica cada cual para crecer cada día cuando, una vez más, se mira en el espejo recién levantado y se enfrenta a la realidad con una sonrisa.

Definición:

El buen humor o sentido del humor –analiza la profesora Martínez se define como la facultad de captar y manifestar lo cómico y lo discretamente ridículo. El sano humorismo se define como el género de ironía en el que predomina el buen humor». Aquí se desvanece un concepto superficial del humor, para reconocer que se trata de una capacidad de captación, de una sensibilidad ante la realidad de forma objetiva. «El educador –continúa explicando ha de ser modelo viviente de aquello que intenta trasmitir.

"El humor es una actitud ante la vida. Cuando uno afronta los acontecimientos cotidianos de una manera positiva, se pone del lado del mejor humor. En cambio, cuando ese talante se utiliza tan sólo como instrumento de mofa y chufla, el humor deja de tener el valor que se le supone. (...) Reírse del desfavorecido, hacer bromas sobre la desgracia ajena, no es un mecanismo para la desdramatización, es, más bien, un camino hacia el escarnio: y eso no es humor."
Perfiles (ONCE), 1999

Citas:

La vida se domina sonriendo, o no se domina."
Proverbio chino

"La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz". 
Proverbio escocés


"El humor es la manifestación más alta de los mecanismos de adaptación del individuo."
Sigmund Freud (Citado en "Historia del humor gráfico en España", ED. Mileni, Lleida, 2002)


"El sentido del humor es comunicación y creatividad."
Lluís Cuguta. La Vanguardia, 10-2-1996


"Cuanto más rápida es la transición entre lo serio y lo cómico, más sano está uno y mejor funciona su sistema inmunológico." 
Mario Satz. La Vanguardia, 14-3-2001


"El humor es el antídoto ante cualquier fanatismo. El hombre deja de ser un animal miserable cuando se ríe de sí mismo. Quién no sabe reírse de sí mismo suele ser un soberbio. Por eso es fundamental el papel de los humoristas: para desenmascarar y desacralizar."
Emilio Temprano. La Vanguardia, 8-12-1999


"El humor en este estudio no se refiere a caerse de la risa o que el maestro haga de payaso en cada clase, sino más bien a la creación de un ambiente de trabajo propicio para la participación activa de los alumnos en la materia."
Wenceslao Miguel Verdugo, "Relación entre el uso del humor en el aula y la actitud hacia las matemáticas", www.mat.uson.mx (2004) 


"Lo único que pretende el humor es que, por un instante, nos salgamos de nosotros mismos, nos marchemos de puntillas a unos veinte metros y demos una vuelta a nuestro alrededor contemplándonos por un lado y por otro, por detrás y por delante, como ante los tres espejos de una sastrería y descubramos nuevos rasgos y perfiles que no nos conocíamos."
Miguel Mihura: Mis memorias.





Características del humor

La palabra humor viene de la palabra latina humor y del vocablo medieval humor, siendo ambos términos médicos que significan disposición biológica o temperamento. El humor se define comúnmente, y no sólo en psicología como estado de ánimo, disposición del espíritu o del carácter. Es por tanto, un estado emocional o afectivo de relativa larga duración que determina en un individuo el realizar ciertas asociaciones mentales con cosas agradables o desagradables, según el humor que se posea en un momento dado.

Este estado emocional tiene una serie de características comunes que trataremos a continuación:

  • En el sentido del humor lo importante es disfrutar de uno mismo, de lo que se hace o se piensa; en la comicidad, por el contrario, se busca un reconocimiento y la risa del otro, por lo que se tiene que recurrir al chiste, la burla y la exageración para hacer una deformación de la realidad. La participación de los otros no quita ni añade nada esencial al sentido del humor, pues en éste, se toma a la propia persona y a las circunstancias como objeto. Por ello, el sentido del humor no consiste únicamente en tratar de hacer chistes o juegos de palabras, tratar de ser gracioso de una manera premeditada.
  • El Sentido del humor se concibe como una actitud derivada del autoconocimiento y la autoaceptación. Conlleva una actitud hacia la vida, una manera de verla o recibirla, una modalidad de estar en el mundo. Es básicamente una visión o percepción realista del mundo que nos rodea, significa percibir ambos polos de una situación tal como ellos son, desde una visión panorámica.
  • El sentido del humor podemos adquirirlo si jugamos con nuestro propio ego y sus pretensiones, si nos tomamos en broma nuestras afectaciones, poses o personalidades asumidas, si no consideramos ciertamente nuestra hiperseriedad y si desarrollamos un sentido del auto-ridículo.
  • La falta del sentido del humor parece derivarse de la actitud que nos lleva a considerar inflexibles, absolutamente serias. El sentido del humor parece originarse en un regocijo que todo lo penetra, situación abierta que no tiene la solemnidad impuesta de considerar todo demasiado en serio. El no tomar en serio las cosas es una forma de tomar posición frente a las cosas sin que ellas se lleguen a representar en lo necesario, como ocurre al tomar las cosas en serio.
  • Un sentido del humor suficientemente agudo como para mostrar al hombre tanto sus propios absurdos como los de la otra gente es un elemento importante en las relaciones interpersonales pues puede ayudar a crear vínculos no hostiles, puede crear una agradable atmósfera saludable de intimidad y camaradería, algo muy importante para nuestra especie, nacida para vivir en comunidad. Es el único modo que tenemos para escapar de una vida dominada por los temores y los sufrimientos de la mente.
  • Ayudándonos a permanecer en la escala óptima de emociones, el sentido del humor puede hacer que permanezcamos en contacto con la realidad y que aprendamos del mundo positivo y de la vida real.
  • El sentido del humor podría enseñarnos a aprender de nuestros errores, de la experiencia y del fracaso.
  • Nos ayuda a liberarnos de nuestros miedos y preocupaciones creados por la mente. Siempre que las leyes físicas o el orden cómico degradan las creencias o abstracciones de nuestra mente, siempre que lo natural humilla lo sobrenatural, lo cómico hace su aparición.
  • El humor también es fantasioso, nos tienta a escapar y a esquivar las dificultades. También utilizamos el humor para tratar de establecer un ambiente más relajado y más agradable

 Albert Ellis:

 Presenta un decálogo sobre las características y ventajas  de utilizar el humor como método para la resolución de problemas:

a-      El humor posibilita a los pacientes a reírse de ellos mismos y auto aceptarse con sus puntos débiles.

b-      Ayuda a esclarecer las conductas autodestructivas del cliente de forma afable y sugestiva.

c-      Suministra nuevos datos y latentemente mejora los resultados.

d-      Disipa la monotonía y la excesiva seriedad de muchos temas repetitivos.

e-      Favorece el distanciamiento objetivo del cliente al introducirlo en una atmósfera humorística creada por el terapeuta.

f-       Detiene dramática y duramente alguna formas de pensar y de comportarse irracionales facilitando la adquisición de otra nuevas.

g-      Enseña a los clientes a pensar paradójicamente y a actuar de forma contraria a la que suelen hacer.

h-      Se utiliza como método de evasión que al menos suspende de forma temporal sus ideas auto-destructivas.

i-        Pone en evidencia a los clientes lo importante y lo agradable que es pasarlo bien en la vida.

j-        Deshincha de forma efectiva y contundente la grandiosidad.

El humor desde el punto de vista terapéutico actúa a tres niveles:

Nivel cognitivo: Ayuda a pensar de forma racional frente a los pensamientos distorsionados e ideas irracionales

Nivel afectivo: Proporciona sentimientos de alegría y gozo. Ayuda a desbloquear tensiones. Permite encajar fracasos con sana deportividad.

Nivel conductual: Proporciona nuevas y diferentes acciones. Favorece experiencias innovadoras. Posibilita nuevas maneras de actuar.

De igual manera, como escribe Holden, R encontramos a otros psicólogos de prestigio que abordan la temática del humor y la risa. Freíd estudió las bromas, el humor y la risa. Alfred Adler afirma la importancia de la risa para saborear todos los aspectos de la vida de otra manera. Víctor Frankl, precursor de la logoterapia, invitaba a sus clientes a divertirse con las situaciones problemáticas. Guttmann, D, implícita la función paradójica como técnica logoterapéutica especial en donde se apela a la capacidad humana cómica, mediante el uso del humor para la resolución de problemas.
 
Jornadas "El sentido del humor, un paraguas ante la adversidad