Introducción:
Diariamente asistimos a una continua pérdida y un abuso de fuerza desde los más diversos ámbitos como el de: los medios de comunicación, la política, los mercados financieros, la religión, el deporte y tantos otros que condicionan o influyen en nuestras vidas.
Estamos en un mundo cambiante donde las personas tenemos dos opciones, o nos dejamos llevar o marcamos un alto y dejamos que nuestro sentido común se plantee alternativas.
Día a día vemos como a nuestro alrededor se van produciendo una serie de acontecimientos que nos dicen que nuestro mundo está cambiando y que necesitamos reflexionar y preguntarnos donde están esos valores, esa ética, esa moral y esas virtudes tan necesarias para una buena convivencia entre las personas.
Difícil situación con la que nos encontramos en nuestro mundo, con esta crisis que estamos padeciendo, donde:
• No se respetan los derechos humanos.
• Se pierde el valor del trabajo y el esfuerzo, vemos grandes profesionales, personas de una gran valía en el paro y por otro lado podemos ver distintas cadenas de televisión y empresas que contratan personas por su condición de ser hijo de o pareja de etc.
• Preocupación por una sociedad que permanece muda ante una población de seis millones de parados, personas que están echando de su vivienda y que ya no tienen ni para comer.
• Voces continuas de alarma de Asociaciones y ONG del enorme aumento de la pobreza en nuestro país y nuestros políticos están en el dialogo del “TU MAS”.
• Hambrunas en el mundo que provocan que la gente se muera de hambre.
• Sufrimos un aumento de corrupción, en todos los niveles y vemos impasibles como estas personas ni van a la cárcel, ni devuelven el dinero que robaron.
• Las estadísticas nos dicen que un gran porcentaje de la población desconfía de sus políticos muchos de ellos condenados por corruptos y otros muchos con procesos abiertos.
• Nos olvidamos del amor a nuestros mayores.
Necesitamos entender que esta pasando, que provoca que permanezcamos mudos ante todo lo que esta ocurriendo en nuestra sociedad. ¿Dónde esta nuestra dignidad y nuestro respeto por los demás?
Los valores están devaluados, es un producto que ya nadie usa y lo que debemos conseguir es volver a creer en ellos y utilizarlos ya que nos mejoran como personas.
Si la formación que damos al niño enseñándole los valores desde muy pequeños esta fortalecida, lograremos que sean los primeros en defender y respetar los derechos de las personas. Si las escuelas y las familias educan a sus hijos en valores se asegura que estos sepan respetarse y respetar a los demás, haciéndose personas felices y a su vez hagan felices a los demás.
En este articulo me gustaría trasmitiros que esos valores están en nosotros y están esperando a salir a la luz, por lo que es hora de reflexionar y ponernos a trabajar.
Definición
“Intenta no convertirte en un hombre de éxito, sino en un hombre de valores”
ALBERT EINSTEIN
“Los valores no son más que palabras, pero resultan muy poderosos cuando se trasladan a la acción real”
SIMON L. DOLAN
Nos vamos adentrando en el concepto de valor cuando detrás de cada conducta que tenemos y de cada decisión que tomamos vemos que algo nos importa o no importa, que vale o no vale. Esto nos dejará construir un mundo más humano, más justo, solidario. Nos ayuda a tener una visión más amplia de lo que sucede a diario con el comportamiento de algunas personas y sus relaciones con los demás.
Recuperemos los valores esenciales como el respeto, el amor, la sinceridad, la generosidad, la alegría de vivir, la tolerancia, la justicia, la fidelidad, la sencillez y la naturalidad, la confianza y la esperanza, la fortaleza, el sentido del humor, la disponibilidad, la lealtad, la amistad, la buena voluntad, etc…
Apostemos por una mayor consciencia que, sin duda, nos llevará a mayor calidad, más productividad y menos estrés. Retomemos los valores familiares, las amistades, el placer interior. Volvamos a la pequeña comunidad versus lo globalizado. Se avecina el triunfo del sosiego y la atención, porque la felicidad es inversamente proporcional a la aceleración, y porque solo en el vivir pausado conectamos con lo más esencial.
Se debe facilitar la comunicación entre padres e hijos con lo que se alcanzará una experiencia mutuamente beneficiosa para el crecimiento personal.
Los valores que poseemos representan quienes somos realmente y reflejan nuestra esencia personal e individual. Nuestros valores subyacentes son decisivos en nuestra manera de expresarnos y de relacionarnos con las personas, las cosas y el entorno. Nuestros valores determinan nuestra conducta, nos sirven de brújula y nos muestran la importancia de nuestras acciones y que es lo que significa ser fieles a nosotros mismos.
Fundamentos de los valores humanos
Los valores humanos son aquellos bienes universales que pertenecen a nuestra naturaleza como personas y que, en cierto sentido, nos humanizan, porque mejoran nuestra condición de personas y perfeccionan nuestra naturaleza humana.
Si no descubrimos lo que somos, tampoco descubriremos qué valores nos convienen. Cuanto mejor percibamos nuestra naturaleza, tanto más fácilmente percibiremos los valores que le pertenecen.
Hay una diferencia entre los valores humanos en general y nuestros propios valores personales. El concepto de valores humanos abarca todas aquellas cosas que son buenas para nosotros como seres humanos y que nos mejoran como tales. Los valores personales son aquellos que hemos asimilado en nuestra vida y que nos motivan en nuestras decisiones cotidianas.
Para que se dé esta transmisión de valores son de vital importancia la calidad de las relaciones con las personas significativas en su vida, sus padres, hermanos, parientes y posteriormente amigos y maestros.
Recordemos que una persona valiosa, es una persona que posee valores interiores y que vive de acuerdo a ellos. Un hombre vale entonces, lo que valen sus valores y la manera en como los vive.
Una clasificación jerárquica de los valores
1. Los valores biológicos o sensitivos no son específicamente humanos, pues los compartimos con otros seres vivos. Entre ellos están la salud, el placer, la belleza física y las cualidades atléticas. Desafortunadamente, muchos ponen demasiado énfasis en este nivel. No es raro escuchar frases como ésta: mientras tenga salud, todo lo demás no importa. Según esto, uno lo pasaría mejor siendo un saludable jefe de la mafia que un enfermizo hombre de bien. No eres más persona porque seas sano o bien parecido. Eso no aumenta tu valor.
2) Los valores humanos inframorales son específicamente humanos. Tienen que ver con el desarrollo de nuestra naturaleza, de nuestros talentos y cualidades. Pero todavía no son tan importantes como los valores morales. Entre éstos están los intereses intelectuales, musicales, artísticos, sociales y estéticos. Estos valores nos ennoblecen y desarrollan nuestro potencial humano.
3. Los valores morales o éticos son superiores a los ya mencionados. Esto se debe a que tienen que ver con el uso de nuestra libertad, ese don inapreciable y sublime que nos permite ser constructores de nuestro propio destino. Estos son los valores humanos por excelencia, pues determinan nuestro valor como personas. Incluyen, entre otros, la honestidad, la bondad, la justicia, la autenticidad, la solidaridad, la sinceridad y la misericordia. Cada valor apoya y sostiene a los demás; juntos forman esa sólida estructura que constituye la personalidad de un hombre maduro.
4. Hay todavía un cuarto nivel de valores, el más elevado, que corona y completa los valores del tercer nivel, y que nos permite incluso ir más allá de nuestra naturaleza. Son los valores religiosos. Éstos tienen que ver con nuestra relación personal con Dios, por la que uno libremente opte.
Algunas opiniones
“El sentido común” articulo del País
George F. Loewenstein (economista), hizo entre los años 2005 y 2010 una serie de investigaciones. Estas se centraron en los antagónicos efectos emocionales que producen la codicia y la generosidad. Para ello realizó un experimento sociológico con un grupo heterogéneo de seres humanos.
Experimento:
Seleccionó a 60 personas de diferentes edades, sexos, razas y profesiones, las cuales, a su vez, tenían múltiples divergencias en el plano social, cultural, económico, político y religioso.
El primer día los participantes fueron divididos en dos grupos de 30 personas. Todas recibieron 6000 dólares (unos 4.520 euros). A los miembros del primer grupo se les pidió que en un plazo de dos meses se gastaran el dinero “en regalos a sí mismos”. Y a los integrantes del segundo grupo se les dijo que usaran los 6000 dólares “en regalos a otras personas”.
Dos meses más tarde se obtuvieron resultados opuestos. La satisfacción de los miembros del primer grupo había durado “relativamente poco”. Según las conclusiones, “tras el placer y la euforia inicial que les proporcionaba comprar, utilizar y poseer determinados bienes de consumo, los participantes enseguida volvían a su estado de animo normal”. Con el paso de los días, algunos incluso empezaban a sentirse tristes, vacíos y decaídos, por no poder mantener la excitación conseguida con el consumo.
Por otro lado, los miembros del segundo grupo se habían sentido “mucho más satisfechos y plenos” que los del primer grupo. “El hecho de pensar de qué manera podían utilizar el dinero para beneficiar a los demás, ya era motivo suficiente para que los participantes experimentaran un bienestar interno”. El agradecimiento de las personas regaladas provocaba en los participantes una intensa sensación de plenitud, que permanecía horas y días.
El Egocentrismo, la codicia y la orientación al propio interés traen una sensación de vacío, sinsentido, escasez e infelicidad, mientras que el altruismo, la generosidad y la orientación al bien común son fuente de plenitud, sentido, abundancia y felicidad”. Loewenstein corroboro así de forma científica y empírica que a nivel emocional “recibimos lo que damos.
Enrique Miret Magdalena
Vivimos en una sociedad que, a pesar de todos sus adelantos, no nos acaba de gustar. Nos sentimos en ella parcialmente insatisfechos.
Es cierto que el egoísmo reina en nuestra sociedad, pero hay que esperar a que ocurra un desastre inesperado para que surjan los impulsos altruistas que llevamos dormidos dentro de nosotros.
No todo está perdido. Ese altruismo dio pie a la creación de ONG y numerosas asociaciones de voluntarios para todos los ámbitos.
Al hombre actual lo define la magnificación del consumo por el consumo, que desean fomentar el grupo de intereses para su beneficio.
Debemos partir de una regla de oro” no hagas a los demás lo que no quieras para ti”. Pues la esencia de la realidad es la relación recíproca.
Importancia de una ética cívica que ponga por delante la convivencia de todos sin discriminación alguna por raza, sexo, condición social, religión o ideología, donde la base fundamental seria entenderla como una ética de la amistad.
Todos quieren que sea el otro el que cambie, el que dé el primer paso.
Bernabé Tierno
Los valores se confunden con las cosas, constituyen su entraña. La perspicacia intelectual del hombre ha de servirle para descubrirlos, es decir, saber descifrar por qué una cosa es buena.
Descubrir los valores sólo es posible a quien mira positivamente el mundo, al que previamente ha comprendido que todo lo que existe “existe por algo y para algo”; que cualquier ser, por pequeño que sea, tiene su sentido y su razón de ser, es decir VALE.
El doctor López Herrerías
El doctor López Herrerías, en su libro El profesor-educador: persona y tecnólogo, cuando presenta el modelo integrado del profesor, insiste de manera especial en la dimensión personal, la que soporta los auténticos valores humanos en que se ha de llevar a cabo la acción educativa. Se refiere a esas tres rarezas: libertad, creatividad y dialogicidad, que en definitiva permiten al hombre ser persona, decidir sobre sí mismo. Estos tres núcleos valorativos que tan acertadamente señala el profesor Herrerías se nutren, activan y proyectan desde el que personalmente considero valor de los valores: la aceptación de sí mismo. Amarse a sí mismo es la decisión más importante que debe tomar todo ser humano a cada instante, en todas las etapas de su vida, tanto en la infancia como en la ancianidad. El problema radica en que aceptarse y amarse a sí mismo exige aprendizaje, nos lo han de enseñar desde la cuna y debemos seguir aprendiéndolo a lo largo de toda nuestra existencia.
La aceptación de si mismo está en constante interacción y retroalimentación por vasos comunicantes con la libertad, creatividad y actitudes dialogantes.
Alguien ha dicho que la aceptación incondicionada de sí mismo es «la primera ley del crecimiento personal». La primera cosa que poseemos es nuestro propio ser. El primer valor con que nos encontramos en la vida somos nosotros mismos. Es inútil querer realizarnos sin querer reconocer lo que de verdad somos.
Educar en valores
"El propósito de la educación es lograr que los niños quieran hacer lo que deben hacer."
HOWARD GARDNER
"Educar a los niños, y no tendréis que castigar a los hombres."
PITÁGORAS
"El hombre no es más que lo que la educación hace de él."
KANT
Pedagogía de los valores
Es una pedagogía de encuentro entre todos los que creen que la vida tiene un sentido, los que saben que existe un porqué en lo extraño de todo, los que reconocen y respetan la dignidad de todos los seres.
La Declaración Universal sobre los Derechos Humanos de la ONU no hace más que recoger el común sentido de los hombres que reconocen los valores que dignifican y acompañan la existencia de cualquier ser humano. No creemos que sea mera retórica reconocer al hombre como “portador de valores eternos”, es decir, de valores que siempre, siempre, han de ser respetados.
En este caso, la acción educativa debe orientar sus objetivos en la ayuda al educando para que aprenda a guiarse libre y razonablemente por una escala de valores con la mediación de su conciencia como “norma máxima del obrar”.
Ello implica también ayudarle en la experiencia (personal e intransferible) de los valores, desarrollando esa “libertad experiencial” de la que habla Rogers, para que sepa descubrir el aspecto de bien que acompaña a todas las cosas, sucesos o personas: para que aprenda a valorar con todo su ser, a conocer con la razón, querer con la voluntad e inclinarse con el afecto por todo aquello que sea bueno, noble, justo... valioso.
Dicho de otra manera, educar en los valores es lo mismo que educar moralmente, o simplemente “educar”, porque son los valores los que enseñan al individuo a comportarse como hombre, ya que sólo el hombre es capaz de establecer una jerarquía entre las cosas, y esto resultaría imposible si el individuo no fuera capaz de sacrificio y renuncia.
Los valores auténticos, asumidos libremente, nos permiten definir con claridad los objetivos de la vida, nos ayudan a aceptarnos tal y como somos y a estimarnos, al tiempo que nos hacen comprender y estimar a los demás. Dan sentido a nuestra vida y facilitan la relación madura y equilibrada con el entorno, con las personas, acontecimientos y cosas, proporcionándonos un poderoso sentimiento de armonía personal.
La escala de valores de cada persona será la que determine sus pensamientos y su conducta. La carencia de un sistema de valores bien definido, sentido y aceptado, instalará al sujeto en la indefinición y en el vacío existencial, dejándole a merced de criterios y pautas ajenas.
Los valores nos ayudan a despejar los principales interrogantes de la existencia: quiénes somos y qué medios nos pueden conducir al logro de ese objetivo fundamental al que todos aspiramos: la felicidad.
Educar al hombre en los valores humanos es educarlo para que se oriente en el valor real de las cosas. La declaración universal sobre los derechos humanos de la ONU recoge el común sentir de los hombres que reconocen los valores que dignifican y acompañan la existencia de cualquier ser humano.
Hablar de valores humanos significa aceptar al hombre como el supremo valor entre todas las realidades humanas, y que no debe supeditarse a ningún otro valor terreno, dinero, estado, ideología...
Y si el "mundo de los valores" puede servir de guía para la humanidad en sus aspiraciones de paz y fraternidad, deben servir también de guía al individuo en sus deseos de autorrealización y perfeccionamiento.
La escala de valores será la que determine sus pensamientos y su conducta. La carencia de un sistema de valores bien definido, sentido y aceptado instalará al sujeto en una indefinición y vacío existencial que le dejará a merced de criterios y pautas ajenas.
En la escuela
Vivimos en una época en que los valores humanos se ven menospreciados y se asocian al conservadurismo, en tanto en cuanto, a que se ve como algo pasado, que no esta de moda.
La posmodernidad inventa nuevos valores, pero todos ellos andan huérfanos de fundamento: hedonismo, egoísmo,... ausencia de sentido,... individualismo, agresividad, entre otros.
Por último, dentro de la educación “básica” es la base en la que se constituye la personalidad del individuo, o sea, el fundamento intelectual, moral, emocional, etc., que orientará su posterior desarrollo; lo principal. De ahí la importancia de la transformación de este nivel académico, que debe consistir en una reestructuración de el currículo y las prácticas escolares en las que los profesores y los alumnos aborden crítica y reflexivamente mediante técnicas grupales los diversos temas de actualidad: el racismo, las crisis económicas, la identidad nacional, la globalización, la sexualidad, etc., otorgando primordial importancia al fomento de los valores en coordinación con la familia. Sólo así es posible construir un nuevo modelo de sociedad, que se distinga por la justicia, la igualdad y la armonía.
Los mayores y los valores:
Las personas mayores y su dignidad
Los seres humanos en general y los mayores en particular debemos reconocernos como miembros de una especie dotada de dignidad, reconociendo en cada ser humano valores intrínsecos sin discriminación por edad, raza, sexo, nacionalidad, color, religión, opinión política o por cualquier otro rasgo, condición o circunstancia individual o social, con derechos aplicados en forma recíproca.
Debemos reivindicar una mayor protección al adulto mayor por la vulnerabilidad que presenta.
Los conceptos de dignidad y respeto son reconocidos como fundamentales por las personas mayores, aunque desgraciadamente, con frecuencia, les resulta más fácil hablar de su carencia. La falta de respeto es generalmente la forma más dolorosa de maltrato hacia los mayores.
La Declaración universal de los derechos humanos nos dice sobre los adultos mayores que tienen derecho:
1. A una vida con calidad.
2. A una vida libre de violencia.
3. A la no discriminación.
4. A ser respetado en su persona.
5. A ser protegido contra toda forma de explotación.
6. A recibir protección por parte de su familia, organismos y servicios y por la sociedad en su conjunto.
7. A vivir en el seno de su familia.
8. A expresar sus ideas libremente.
9. A recibir por parte de las policías, jueces, ministerios publico un trato digno y apropiado.
10. A contar con un representante legal, y con asesoría jurídica gratuita.
11. Tener acceso a los bienes y servicios.
12. Derecho a la recreación.
13. Derecho a la educación.
14. A recibir información
15. Al trabajo.
16. A la asistencia social.
Relacionado con los valores tenemos
Y recuerda: "Da lo que quieras recibir"
Bibliografía:
Cicerón, Marco Tulio: De la amistad
Platón: Apología de Sócrates
Víctor Frankl: El hombre en busca de sentido
Silvia Mayoral: El libro de la convivencia
Nina Bravo: Valores humanos “Por la senda de una ética cotidiana
Daisaku Ikeda: los valores humanos en un mundo cambiante
Alvira, Rafael: Filosofía de la vida cotidiana
José Ramón Ayllón: En torno al hombre
Juan Luis Lorda: Moral, El arte de vivir
David Isaacs: La educación de las virtudes humanas y su evaluación
Bernabé Tierno: Los valores humanos
Alfonso Aguiló: La tolerancia
Fernando Corominas: Educar en positivo
José Javier Querejeta: Sinceridad y verdad
Cristina Mata: Afectividad en las adolescentes
Carlos Durán Múzquiz: La amistad
Alfonso Aguiló Pastrana: Educar el carácter
Antonio Jiménez Guerrero: Enseñar a pensar
Enrique Rojas: El hombre light. Una vida sin valores
Montserrat Espert y carmen Boqué: Tu si que vales, Historias cortas de niños y niñas que construyen valores humanos
Las personas mayores y su dignidad
Los seres humanos en general y los mayores en particular debemos reconocernos como miembros de una especie dotada de dignidad, reconociendo en cada ser humano valores intrínsecos sin discriminación por edad, raza, sexo, nacionalidad, color, religión, opinión política o por cualquier otro rasgo, condición o circunstancia individual o social, con derechos aplicados en forma recíproca.
Debemos reivindicar una mayor protección al adulto mayor por la vulnerabilidad que presenta.
Los conceptos de dignidad y respeto son reconocidos como fundamentales por las personas mayores, aunque desgraciadamente, con frecuencia, les resulta más fácil hablar de su carencia. La falta de respeto es generalmente la forma más dolorosa de maltrato hacia los mayores.
La Declaración universal de los derechos humanos nos dice sobre los adultos mayores que tienen derecho:
1. A una vida con calidad.
2. A una vida libre de violencia.
3. A la no discriminación.
4. A ser respetado en su persona.
5. A ser protegido contra toda forma de explotación.
6. A recibir protección por parte de su familia, organismos y servicios y por la sociedad en su conjunto.
7. A vivir en el seno de su familia.
8. A expresar sus ideas libremente.
9. A recibir por parte de las policías, jueces, ministerios publico un trato digno y apropiado.
10. A contar con un representante legal, y con asesoría jurídica gratuita.
11. Tener acceso a los bienes y servicios.
12. Derecho a la recreación.
13. Derecho a la educación.
14. A recibir información
15. Al trabajo.
16. A la asistencia social.
La filosofía
La filosofía nos ha enseñado a descubrir en el ser humano una serie de cualidades latentes, de valores atemporales mas allá de la época, de las culturas, de las razas. Si se desarrollan armónicamente supone la realización plena del ser humano.
La ética
Es una de las ramas de la filosofía, estudia los actos humanos, pero esos actos deben ser realizados libremente por la voluntad de las personas, desde el momento que no tenga libertad ese acto no entra en el campo de la ética.
Los principios
Son los valores que recibimos en la primera infancia, son nuestros padres, maestros, doctrina religiosa o la sociedad quienes nos los enseñan.
La moral
Así como la ética depende de la razón y depende de la filosofía. La moral se apoya en las costumbres y se basa en un grupo de normas que la sociedad acepta como validos.
Las virtudes humanas
Entre esos valores humanos, ocupan un puesto preponderante las virtudes humanas. La palabra virtud, del latín virtus, igual que su equivalente griego, areté, significa "cualidad excelente", "disposición habitual a obrar bien en sentido moral". Puesto que se trata de una disposición o capacidad adquirida, por el ejercicio y el aprendizaje, de hacer lo que es moralmente bueno, la virtud es una cualidad de la voluntad que supone un bien para uno mismo o para los demás.
La prudencia es la "regla recta de la acción", escribe S. Tomás (S.Th. 2-2, 47,2), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la simulación. Es llamada la "auriga virtutum": Conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a cada uno lo que les es debido. La justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común.
La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las debilidades y de superar los obstáculos en la vida moral.
Quien no tiene virtudes, en cambio, es incapaz -también hasta cierto punto- de hacer lo que quiere. Decide, pero no cumple: no consigue llevar a cabo lo que se propone: no llega a trabajar lo previsto o a ejecutar lo decidido.
La gran fuerza de un hombre son sus virtudes, aunque quizá su constitución física sea débil.
Los pequeños vicios de la conducta debilitan el carácter y hacen a un hombre incapaz de vivir de acuerdo con sus ideales. Son pequeñas esclavitudes que acaban produciendo una personalidad mediocre. Y es que, como decía Aristóteles, "Nuestro carácter es resultado de nuestra conducta."
Los hábitos
Tanto el bien como el mal obrar forman costumbres e inclinaciones en el espíritu; es decir, hábitos de obrar. A los buenos se les llama "virtudes"; y a los malos, "vicios". Un hábito bueno del espíritu es, por ejemplo, saber decidir sin precipitación y considerando bien las circunstancias. Un vicio, en cambio, en el mismo campo, es el atolondramiento, que lleva a decidir sin pensar y a modificar muchas veces y sin motivo las decisiones tomadas. Algo tan importante como lo que llamamos "fuerza de voluntad" no es otra cosa que un conjunto de hábitos buenos conseguidos después de haber repetido muchos actos en la misma dirección. Ésta es la regla de oro de la educación del espíritu: la repetición. Hay un pequeño caso que afecta a una parte importante de la humanidad y que nos ofrece un buen ejemplo: la hora de levantarse de la cama. Casi todos los hombres tenemos la experiencia de lo que supone en ese momento dejarse llevar por la pereza, y los que son más jóvenes la tienen de una manera más viva. Si, al sonar el despertador, uno se levanta, va creando la costumbre de levantarse, y, salvo que suceda algo como un cansancio anormal, resulta cada vez más fácil hacerlo. En cambio, si un día se espera unos minutos antes de dejar la cama, al día siguiente costará más esfuerzo; y si se cede, todavía más al día siguiente. Así hasta llegar a no oír el despertador.
Cicerón, Marco Tulio: De la amistad
Platón: Apología de Sócrates
Víctor Frankl: El hombre en busca de sentido
Silvia Mayoral: El libro de la convivencia
Nina Bravo: Valores humanos “Por la senda de una ética cotidiana
Daisaku Ikeda: los valores humanos en un mundo cambiante
Alvira, Rafael: Filosofía de la vida cotidiana
José Ramón Ayllón: En torno al hombre
Juan Luis Lorda: Moral, El arte de vivir
David Isaacs: La educación de las virtudes humanas y su evaluación
Bernabé Tierno: Los valores humanos
Alfonso Aguiló: La tolerancia
Fernando Corominas: Educar en positivo
José Javier Querejeta: Sinceridad y verdad
Cristina Mata: Afectividad en las adolescentes
Carlos Durán Múzquiz: La amistad
Alfonso Aguiló Pastrana: Educar el carácter
Antonio Jiménez Guerrero: Enseñar a pensar
Enrique Rojas: El hombre light. Una vida sin valores
Montserrat Espert y carmen Boqué: Tu si que vales, Historias cortas de niños y niñas que construyen valores humanos