Es importante
que para actuar bien con los demás es imprescindible primero hacerlo bien con
uno mismo.
La mayoría de las personas piensan que uno solo es bueno si se es bueno respecto
a los demás. La bondad reside en nuestra
capacidad de hacerlo bien frente a los otros.
Muchos buscan la felicidad en su
trabajo, en lo que consiguen, en los placeres que les proporciona la vida, en
las relaciones… creemos que la solución está fuera, en el exterior, sin embargo
son muy pocos los que aciertan y buscan dentro de sí mismos.
El interés por uno mismo debe ser
prioritario en nuestra vida.
Amarse consiste
en querer al ser humano que llevamos dentro tal y como ahora es, incluido todos
sus defectos, es dar y darte la libertad para equivocarte confiando en ti y en
el aprendizaje que sabrás obtener de todo.
¿Cuánto tiempo,
dinero y energía dedicamos en conocernos, cuidarnos y mimarnos?
Gozar de un
saludable bienestar emocional es una cuestión de comprensión, compromiso y
entrenamiento.
Cada interior es un mundo Contienen tus alegrías, tu voluntad, tus
tristezas, tu capacidad, tus desencuentros, tus fracasos y todos tus triunfos.
Desde el punto de vista de las emociones solo podemos compartir con los
demás aquello que primero hemos creado y alimentado en nuestro corazón.
Psicología:
El psicólogo clínico Jorge Tello
dice que existen muchas personas que no se quieren, que son seres que no
disfrutan de su familia, de su trabajo de la vida, de sus amigos. Y nos da un
ejemplo: No se aman porque se desvalorizaron o los compararon peyorativamente
con otras personas: “eres un inútil”, “eres una carga” “ojala fueras como tu
hermano”, etc… y quienes se lo dicen provienen del círculo familiar cercano,
padres y educadores. Esa carga emocional está motivada porque nadie cree en
estas personas, están completamente desvalorizadas.
Walter
Riso en su libro Aprendiendo a quererse a si mismo nos dice:
Quererse a si mismo es quizá el hecho más importante que garantiza nuestra
supervivencia en un mundo complejo y cada vez más difícil de sobrellevar.
Cuando pensamos en nosotros mismos por demasiado tiempo, nos contemplamos o nos
autoelogiamos, se nos responde: “todos los excesos son malos”. Esto es discutible
pues algunos excesos nos recuerdan que estamos vivos.
Nuestra civilización intenta
inculcar principios como el respeto al ser humano, el sacrificio, la expresión
de amor, el buen trato, la comunicación etc. Pero estos principios están
dirigidos al cuidado de otros humanos. El autorrespeto, el autoamor, la autoconfianza
y la autocomunicación no suelen tenerse en cuenta, se considera de mal gusto el
quererse demasiado.
Los psicólogos saben que el estilo
de excesiva moderación hacia uno mismo es el caldo de cultivo de la tan
conocida y temida depresión. Tienes el derecho a quererte y a no sentirte
culpable por ello, a disponer de tu tiempo, a descubrir tus gustos a mimarte, a
cuidarte y a elegir.
Estamos
demasiado orientados “hacia fuera” buscando la aprobación de los demás y no
gastamos el tiempo suficiente en
gustarnos.
La suficiencia y la seguridad
excesiva producen molestias. La inseguridad produce lástima. Por lo general,
las personas tendemos a tomar partido por el más débil.
Desde pequeños nos enseñan conductas de autocuidado personal: lavarnos los
dientes, bañarnos, cortarnos las uñas, comer, vestirnos. Pero ¿qué hay del
autocuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a gustarnos,
a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos. Tampoco se enseña a los padres
a enseñar.
Resumiendo lo que piensas y sientes acerca de ti mismo es aprendido y
almacenado en formas de teorías llamadas autoesquemas y en ellos vemos cuatro
aspectos:
- El autoconcepto: que es lo que piensas de ti mismo.
- La autoimagen: qué tanto te gustas.
- La autoestima: como te refuerzas dandote premios.
- La autoeficacia: qué grado de confianza tienes en ti mismo.
Anita Moorjani ha
publicado su libro “Morir para ser yo” en el que relata su sorprendente curación
de un cáncer tras tener una ECM (Experiencia Cercana a la Muerte ).
Comprendí que solo puedo hallar la verdadera dicha y felicidad
si me quiero a mí misma, yendo a mi interior, siguiendo a mi corazón y haciendo
lo que me proporciona alegría.
“Debido a mi experiencia, estoy absoluta y poderosamente
convencida de que todos tenemos la capacidad de curarnos a nosotros mismos,
así como de facilitar la curación de otros. Cuando entramos en contacto con
ese lugar infinito que hay en nuestro interior, donde somos todo, entonces la
enfermedad ya no puede permanecer en el cuerpo”
“Nuestra única obligación es ser siempre fieles a nosotros
mismos y permitir que las cosas sucedan”
“Todo ocurre cuando estamos preparados para que ocurra”
“Sé que mi única tarea es ser. Mi tarea aquí es ser yo
misma, es decir, ser la expresión del amor que soy y ver la perfección en mí
misma, en los demás y en el mundo que me rodea mientras sigo viviendo en este
plano físico. Y eso es todo lo que cualquiera de nosotros necesita ser”
Fragmentos del
epílogo:
“La única solución universal que tengo es que te ames a ti
mismo incondicionalmente y que no tengas miedo de ser tú mismo”. Esa es la
lección más importante que aprendí en mi ECM, y creo sinceramente que, si
siempre hubiera sabido esto, para empezar, nunca habría tenido cáncer.
Cuando somos fieles a nosotros mismos, nos convertimos en
instrumentos de la verdad en este planeta. Como todos estamos conectados,
tocamos las vidas de todos los que nos rodean, que a su vez afectan a las vidas
de otros. Así, nuestra única obligación es ser el amor que somos y permitir que
nuestras respuestas surjan de nuestro interior de la forma más apropiada para
nosotros.
“El
amor a uno mismo es el punto de partida del crecimiento de la persona que
siente el valor de hacerse responsable de su propia existencia”
Viktor
Frankl
Sobre la
tolerancia conmigo mismo
Me pregunto ¿que pensarán los demás si me
dedico a mi mismo?, ¿me dejarán de querer? ¿seré un egoísta? ¿me ocupo bastante
de los demás?, ¿cual es el limite de la tolerancia con migo mismo?
- Es ocuparte de ti de tal manera que te sientas bien
y, en consecuencia, con mucho que dar a los demás y ganas de hacerlo.
- Es vivir tu vida para sentirte feliz, en paz y en
armonía con tus valores, tus sueños, tus aspiraciones, sin que esto tenga
un coste para nadie.
Habilidades
para ser tolerante contigo mismo:
- La primera tener plena conciencia de ti mismo, es
decir de tu cuerpo y de tus emociones y necesidades.
- La segunda, atrévete a cuidar de ti mismo, aunque
moleste a los demás. Date gustos, distingue entre lo que es beneficioso
para ti y lo que es perjudicial.
- Cultiva el dialogo a través de la expresión de
ti mismo, es decir, expresar, lo
que siento sin juzgar, agredir o criticar al otro.
- Crea tu vida de acuerdo con quien eres en lo mas
hondo de ti, es decir escúchate para conocerte (es la autoempatía) y
intenta realizar tus sueños.
La autoempatía
“Un
instante consciente de ti mismo vale más que mil buenas acciones”
Anónimo
Si dedicamos un tiempo a conocer
nuestros sentimientos y a preguntarnos a qué aspiramos, cuales son nuestras
“necesidades”, sabremos qué hacer para satisfacerlas.
La autoempatía
es una forma de “egoísmo bueno” en efecto, cuando algo no funciona, si nos
tomamos un tiempo para escucharnos, tarde o temprano un “Clic”, empezaremos a
ver claro y llegara la tranquilidad. De inmediato, nuestra energía volverá a su
estado.
Es bueno aceptar todos los
sentimientos, pues cuando escuchamos por completo una emoción, esta se
trasforma, y produce alivio.
La autoempatía o escucha de tus
sentimientos y necesidades es un camino real hacia el amor por los demás y el
respeto por ti mismo, pues:
- me enriquece tanto la atención que de manera natural voy a volverme hacia
los demás.
- Lo que he escuchado y comprendido en mi, podré
escucharlo y aceptarlo en los demás.
- Lo que no he aceptado en mi, corro el riesgo de
proyectarlo en los demás.
- Si no me ocupo bien de mi, ¡tarde o temprano me ira mal!
Muy importante para una buena salud:
“Observa tres veces al día tus sensaciones físicas, tus
sentimientos y tus necesidades.”
Atrévete a cuidar bien de ti mismo, aunque moleste a los
demás
Dedica momentos a encontrarte contigo mismo, momentos de interioridad y de
soledad.
Curar las heridas de la infancia.
Cada ser humano, sea consciente o no, vive experiencias difíciles o
traumáticas.
Recuerda
que cuando aceptamos por completo un dolor, este se trasforma, mientras que
aquello a lo que oponemos resistencia persiste.
Date caprichos,
sal, vive, relájate con los amigos, juega.
Si lo haces empezaras a notar algunos signos de que lo estás
haciendo bien:
- Entusiasmo.
- Dinamismo.
- Paz interior.
- Creatividad.
- Energía vital.
No
olvides que tú eres tu mejor amigo.
Cuando me amé de verdad
Cuando me amé de verdad,
comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en
el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude
percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que
voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de
desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece
contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.
Cuando me amé de verdad, comencé a
comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona,
solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que
la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso
es… respeto.
Cuando me amé de verdad, comencé a
librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y
cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó
egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de
preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo
que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de
querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí
la… humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de
quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo
en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso
se llama… plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí
que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al
servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!
No debemos tener miedo de
cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas.
Charles Chaplin
Bibliografía:
RISO. Walter. Aprendiendo
a quererse a si mismo. ED. Grupo Norma.
MOORJANI. Anita. Morir
para ser yo
VAN STAPPEN Ane. Cuaderno de ejercicios para ser tolerante con uno mismo.
ED. Terapias
Verdes.