Introducción:
La escuela, pasada la atracción de
los primeros años escolares, está muy lejos de ser una emocionante aventura.
Los centros de enseñanza ofrecen incitaciones escasamente sugestivas al estudio
y al trabajo y, por ello, aprender es, con frecuencia una tarea poco
apasionante. En la práctica, se carece de programas flexibles con materias
adaptadas a las necesidades presentes y futuras de los estudiantes; los
procedimientos de enseñanza son a menudo rutinarios y los recursos didácticos
escasos u obsoletos. Los maestros siguen anclados en el papel explicativo y se
resisten a asumir la función que les corresponde como facilitadotes y
estimuladores del aprendizaje. La escuela sigue siendo un reducto cerrado,
ajeno al vivo palpitar de su micro mundo circundante. Sin advertir que una
escuela que se cierra, es una escuela que se
encierra, no ha sabido convertirse en una fuente de estímulos culturales para
la comunidad (a las cinco de la tarde
acaba sus tareas esta escuela antieconómica e insolidaria) y se ha opuesto
-salvo excepciones- a que la comunidad
entre en las aulas y las vivifique, impregnándolas de frescura y realismo.
Muchas aulas son lugares sombríos y algunos
centros escolares parecen concebidos según un modelo de alta seguridad:
galerías superpuestas, de paredes
descarnadas, donde el silencio se hace lúgubre y ominoso. Algo hay que hacer
con esta escuela, pero, ¿por dónde
empezar?. Empecemos por reír.
El sentido del humor en su
más amplio sentido
Cuando
reflexionamos acerca de los factores que configuran las relaciones humanas
positivas se refuerza la creencia de que el
humor es una cosa muy seria. El humor no es contar chistes (aunque el chiste,
como sostiene Freud, es la mejor
válvula de seguridad que ha desarrollado el hombre frente a la represión), sino
que es, como afirma Keillor, una presencia en el mundo, que, como la gracia,
brilla sobre todos. El humor (etimológicamente "rocío"), baña de
frescura a la existencia humana, la dota de naturalidad y de optimismo, permite
al hombre adherirse a la realidad positiva (para recrearse en ella) y a la negativa (para relativizarla). El humor nos
sitúa por encima de las tensiones que, a menudo, nos perturban más allá de lo deseable y nos ayuda a encontrar sentido al
mundo en que vivimos. El humor, que implica
tolerancia y amplitud de miras, es un magnífico antídoto contra la soberbia, la
gravedad mediocre y la seriedad pedante.
Y, en todo caso, el humor, como decía Churchill, nos consuela de lo que somos.
El sentido del humor es patrimonio exclusivo de las personas que se
aceptan a si mismos y a los demás como síntesis imperfecta de virtudes y
defectos.
Humor y creatividad
No
interesa tanto destacar la creatividad inherente a muchas manifestaciones del
humor (los chistes, por ejemplo) como la importancia que reviste el humor como
requisito para la emergencia de las manifestaciones creativas. Quien posee
sentido del humor es capaz de ver las cosas con una mirada distinta, sin
limitaciones y a la esclerosis mental de la persona adulta y rígida, opone
flexibilidad y apertura. La creatividad no se desarrolla en ambientes
encorsetados y autoritarios sino en entornos de libertad y tolerancia. El humor
ayuda a crear esos ambientes. Si deseamos estimular la expresión individual es necesario asegurar que no vamos a responder
con evaluaciones paralizantes. Una de las técnicas más acreditadas de
producción de ideas, el brainstorming, se apoya, precisamente en el principio
de que cualquier contribución, por absurda que parezca, es válida,
quizás no en sí misma, pero sí como base para reformulaciones
ulteriores de las que puede desprenderse la solución adecuada al problema que
se considera. Los grupos sinódicos requieren también de una atmósfera
libre de condicionamientos mentales y, desde luego, no es fácil encontrar en ellos personas malhumoradas o
ensoberbecidas. No es casualidad, por otra parte, que las personas que se
han dedicado al estudio de la creatividad hagan
gala de una extraordinaria sencillez y de un excelente sentido del humor.
El profesor y el humor
El humor
constituye, no sólo un medio de educación imprescindible
sino un objetivo educativo de primera magnitud. Pero con el humor sucede lo que
con la creatividad: probablemente no se puede enseñar pero el profesor está
obligado a estimularlo, a liberarlo a alimentarlo y a guiarlo. Aunque en
nuestra educación formal (es formal porque es muy seria), se aplica con
frecuencia el principio según el cual el
que no sabe hacer una cosa se le encarga que la enseñe, sólo es posible ganar
adeptos para el humor si uno mismo
está convencido de sus saludables efectos y permite que impregne la totalidad
de su existencia.
El sentido del humor es una actitud vital, un estado
interior que se expresa en multitud de acciones y en comportamientos verbales y
no verbales. El profesor que posee sentido del humor está dotado de una
personalidad entusiasta que se traduce ante
los alumnos en una imagen optimista y confiada. Además, es inteligente, en el
sentido de que es capaz de utilizar
hábilmente técnicas y recursos. Ese
profesor permite que los alumnos se expresen de un modo natural, sin
restricciones innecesarias y alienta las intervenciones ocurrentes o graciosas.
En sus relaciones con los demás profesores,
introduce alegres dosis de animación y es capaz de reaccionar de un modo
positivo ante sus propios errores y
los ajenos. El humor es patrimonio de los profesores emocionalmente ajustados a
los que no importa, en determinados
momentos, reírse, incluso, de sí mismos.
El profesor que cree en el humor y que lo ejerce, se
esfuerza para que su aula sea un lugar alegre.
Después de leer las líneas precedentes, alguien pensará: "eso es
muy fácil de decir pero muy difícil de practicar". No se ocultan
las tensiones a que se ve sometida la profesión docente. Los estudios acerca de
la salud laboral de los profesores
proporcionan datos sobre la existencia de determinadas enfermedades profesionales
que les afectan de modo particular. Especial gravedad reviste el hecho de que
una proporción elevada de profesores (en algunas zonas uno de cada tres) están
afectados por síndromes depresivos. Se han citado numerosas causas que explicarían este fenómeno: escasa valoración
social atribuida a la tarea de enseñar, deterioro progresivo de la
relación con los padres y los alumnos, escasa formación de los profesores en
técnicas de afrontamiento y solución de conflictos interpersonales, conciencia
de que son meros ejecutores de políticas educativas (a menudo erráticas)
diseñadas por otros, etc. Con independencia de que un problema de esta
naturaleza requiere un análisis profundo,
que debe ser tenido en cuenta desde la administración educativa para llegar a
soluciones eficaces y duraderas, algo
debe hacerse ya para modificar ciertos factores que condicionan el estado vital
de los profesores.
Una solución puede ser el
desarrollo de la
Animación Escolar , entendida como conjunto de acciones tendentes a configurar una atmósfera de
alegría y optimismo para promover la satisfacción de los miembros de la comunidad educativa. Desde luego la
animación escolar es una tarea compartida, en la que todos deben sentirse implicados y el resultado final debe ser
que todos se propongan ser animadores de los demás. La Animación Escolar
afectaría a planos muy distintos de la vida del centro: desde la decoración de
espacios comunes y aulas con motivos que inspiren sentimientos
positivos, hasta la reflexión comunitaria sobre los motivos eventualmente generadores de insatisfacción y la consecuente
puesta en marcha de iniciativas que conduzcan a su erradicación total o
parcial. Incluiría también el entrenamiento de los profesores en la aplicación
de recursos humorísticos en la enseñanza y
en la construcción de ambientes psicológicamente confortables.
Chistes, ocurrencias y sentencias como recurso didáctico
Expresión
de buen humor (aunque no la única) es el empleo del chiste o la ocurrencia. La
persona ocurrente posee un don natural del que carecemos el común de los
mortales. Reacciona con rapidez ante las situaciones más variadas con una dialéctica chispeante, inesperada y, a veces,
genial. La ocurrencia está presente en la conversación cotidiana y surge de un modo espontáneo, como un resplandor
que ilumina momentáneamente. Algunas ocurrencias derivan en chistes que
se propagan, con o sin añadidos, al margen de su creador original. Algunos
chistes son como las ocurrencias: directos e
impactantes; otros, nos sorprenden por la complejidad de su elaboración y por
su desenlace difícilmente predecible.
Así como hay personas que
presumen de no tener memoria, otras alardean de no saber contar chistes (es
curioso que nadie se jacta de su falta de inteligencia). Aunque es cierto que
la gracia de muchos chistes está en quien los cuenta, también es
verdad que otros tienen, en sí mismos, el valor de la síntesis afortunada, como
acontece con los proverbios y refranes. Hay
muchos chistes que pueden ser contados oportunamente para llamar la atención de
un concepto o una idea o para promover relaciones que facilitarán el
recuerdo y el aprendizaje. No es sólo su potencialidad
catártica o liberadora (humanizadora) la que confiere al chiste un alto valor
en la relación humana, es que,
además, es un recurso didáctico de extraordinaria eficacia. El chiste se apoya
en la reacción inmediata que produce en el alumno el impacto de su
contenido y sirve esencialmente para fomentar la reflexión sobre cuestiones de interés, favorecer el pensamiento asociativo y
desencadenar procesos mentales relacionados con el análisis y la síntesis.
No se trata de convertirse en chistosos profesionales,
pero los profesores deberían proveerse de un repertorio chistológico del que
poder extraer de vez en cuando alguna muestra para insertar en el momento
adecuado. Con todo, no conviene fiarse de
las risas estruendosas de los alumnos cuando se termina de contar algún
chascarrillo. A lo mejor, les ha
hecho gracia. A lo peor, son muestras de exagerada complacencia tienen que ver.
Los profesores que utilizan chistes y
ocurrencias para reforzar otros
mensajes, para relajar el ambiente o para hacer más llevadera la dura tarea de
enseñar y aprender, tendrán más posibilidades de acertar si tiene en cuenta lo
siguiente :
• El chiste o la ocurrencia no pueden, en
ningún caso, atentar contra los valores o creencias (raza, religión, etc.) de ningún
alumno de la clase.
• Deben ser utilizados con oportunidad. Por lo
general, resultan más efectivos cuando siguen al mensaje central. "Esto
es como lo que le pasó a aquél..."
• Si
incluye expresiones impropias, se puede optar, o bien, por no contarlo, o bien
por atenuar su expresividad.
• No empiece
a contar un chiste diciendo "Aunque yo no se contar chistes...". Si
es cierto, los alumnos lo advertirán sin
necesidad de que se lo diga. Le aseguro que contar chistes no requiere más
recursos dramáticos que los que, de modo natural, emplean muchos
profesores para "hacer teatro".
Definición de risa
“Hubo un tiempo en el que la risa era
considerada como un vicio vulgar, del que debía privarse al niño de cara a
favorecer su autodisciplina y responsabilidad. Hoy, lejos de tales
concepciones, la risa se muestra como un recurso pedagógico esencial, del cual
no deben prescindir ni padres ni profesores”.
Educar en la risa
Educar
en la diversión y en la risa no es fácil. Los padres deben llevar a cabo un
proceso de aprendizaje continuo y sistemático, en donde la espontaneidad y la
alegría centren los más importantes objetivos del aprendizaje. Las Escuelas de
Padres imparten una muy buena y valiosa formación con objeto de favorecer estas
adquisiciones.
La risa de los niños
La risa de los niños
Pero, ¿por qué ríen los niños?, ¿hay algo en su risa
que sea esencialmente diferente del adulto? Parece que sí, que los niños
presentan un sentido del humor y una alegría más sencilla y libre de
restricciones innecesarias. La risa infantil es a menudo una manifestación de
su propia naturaleza y bienestar, y no tanto el resultado del contacto con el
absurdo o la ironía interpersonal.
Con ello se quiere decir que el niño ríe cuando está a gusto, alegre o sencillamente se siente bien. Si su hijo pequeño ríe mientras se le cuenta un cuento o cuando aprende por fin a andar en bicicleta, no dude que disfruta con ello, que se siente motivado para escuchar, para hablar o superarse a sí mismo.
De esta forma, la risa de los niños es a menudo un indicio o una señal que procura una información muy valiosa para los padres. Riendo, el niño comunica que se encuentra a gusto y especialmente receptivo. Es el mejor momento para educar, estar con él y disfrutar de su compañía.
De qué
nos reímos
Los niños, y más si viven en familia con muchos hermanos, suelen tomar a uno de los más pequeños como diana de gracias. Todo lo irrisorio recae sobre él, las bromas ligeras y pesadas. En una ocasión –las mejores ocasiones son aquellas en las que nadie se puede mover del sitio, es decir, las comidas, unos hermanos habían descargado un aluvión impresionante de bromas al más pequeño, de tal forma que le habían hecho llorar. Salió en defensa el padre de familia: «Os voy a contar una historia –les dijo–. Existía un planeta en el que sus habitantes carecían de sentido del humor.
Los grandes mandatarios de su Gobierno enviaron varias naves extraterrestres por el universo para buscar un planeta donde supieran reír, y aprender de ellos. Así llegó una de ellas a
Si analizamos, no tanto las veces en que una persona ríe al día, sino cuál fue la gracia que causó la carcajada, empezaremos a entender la diferencia entre los dos puntos de vista que se proponían al principio. La risa fácil, aquella superficial, es la que hace alejar al hombre de su prójimo. Las tomas falsas, las cámaras ocultas, los vídeos de primera, que a todos han hecho reír alguna vez, son ejemplo de un humor que se podría definir de primer nivel. No es reflexivo ni inteligente, a primera vista, no es dañino, pero en realidad fomenta en la persona una actitud negativa hacia los demás.
El que se ríe de la caída de una persona, por muy graciosa que sea la panzada, demuestra, primero, que no tiene dominio personal y se deja llevar de lo espontáneo –la risa en esos momentos lo es; pero, además, no está mirando al otro, se mira a sí mismo en una reacción egoísta: le hizo gracia la desgracia ajena. Es una reacción causa-efecto que se produce en el plano del subconsciente, pero que se educa mediante la reflexión. El psiquiatra José María Sémelas aclara que «es la propia inteligencia la que, ejerciendo el buen sentido del humor, selecciona el ejercicio de la risa como producto de la reflexión y elige el momento de ejecutarla». Muy diferente sería, en el mismo caso de la caída de una persona, que fuera ella misma quien comenzara a reír. No sería, por tanto, una respuesta del subconsciente, el efecto no es fruto de tal causa: aquella risa ha necesitado de una reacción inteligente. Entonces corresponde al segundo punto de vista, es una actitud madura.
Dentro de una pedagogía del humor, entra de lleno, por la puerta grande, el aprendizaje indispensable de la auto mofa, es decir, aprender a reírse de sí mismo.
Existen dos formas de ver la vida que se contradicen o
se complementan, según el modo en que se aborde la cuestión. Uno diría: el
humor es la reacción del superficial, del que no sabe tomarse la vida en serio,
del que no es capaz de llegar a los profundos fundamentos que la conforman, del
que se evade cobardemente de ella. El otro diría: el humor es la atmósfera
indispensable para que se den las virtudes, e signo inequívoco de madurez, la
forma más realista de enfrentarse a la vida. Ambos tienen razón. El resultado
del sentido del humor es la sonrisa, y su hermana mayor, la risa. Reír es un
verbo; lo importante aquí está en analizar el complemento directo, es decir, de
qué se ríe uno, o de quién se ríe uno.
Concepto de humor
Dentro de una
pedagogía del humor, entra de lleno, por la puerta grande, el aprendizaje
indispensable de la automofa, es decir, aprender a reírse de sí mismo. La
profesora Mary Ángeles Martínez del Pozo, de la Universidad de
Valladolid, ha presentado recientemente una investigación sobre El sentido del
humor en la pedagogía de Tomás Morales.
«Tómate
el pelo y serás feliz. Con esta máxima –comenta la profesora Martínez del Pozo
resumía el jesuita Tomás Morales la actitud madura ante la vida, la más inteligente.
Se trata de una pedagogía que enseña la posibilidad del control de uno mismo
como primer paso, utilizando un aliado muy simpático, el sentido del humor».
Humor fino e inteligente es el del
profesor que, cada día, cierra la puerta del aula tras de sí, para intentar dar
clase de y aquí cada cual incluya la materia, con el fin de educar. Humor es lo
que necesita el padre o la madre de familia que ya no sabe en qué idioma
decirle a su hijo, otra vez, que, si continúa con su comportamiento, se hará
daño.
El
que practica cada cual para crecer cada día cuando, una vez más, se mira en el
espejo recién levantado y se enfrenta a la realidad con una sonrisa.
Definición:
El buen humor o sentido del humor
–analiza la profesora Martínez se define como la facultad de captar y
manifestar lo cómico y lo discretamente ridículo. El sano humorismo se define
como el género de ironía en el que predomina el buen humor». Aquí se desvanece
un concepto superficial del humor, para reconocer que se trata de una capacidad
de captación, de una sensibilidad ante la realidad de forma objetiva. «El
educador –continúa explicando ha de ser modelo viviente de aquello que intenta
trasmitir.
"El
humor es una actitud ante la vida. Cuando uno afronta los acontecimientos
cotidianos de una manera positiva, se pone del lado del mejor humor. En cambio,
cuando ese talante se utiliza tan sólo como instrumento de mofa y chufla, el
humor deja de tener el valor que se le supone. (...) Reírse del desfavorecido,
hacer bromas sobre la desgracia ajena, no es un mecanismo para la
desdramatización, es, más bien, un camino hacia el escarnio: y eso no es
humor."
Perfiles
(ONCE), 1999
Citas:
“La vida se domina sonriendo, o no se domina."
Proverbio chino
Proverbio chino
"La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz".
Proverbio escocés
"El humor es la manifestación más alta de los mecanismos de adaptación del individuo."
Sigmund Freud (Citado en "Historia del humor gráfico en España", ED. Mileni, Lleida, 2002)
"El sentido del humor es comunicación y creatividad."
Lluís Cuguta.
"Cuanto más rápida es la transición entre lo serio y lo cómico, más sano está uno y mejor funciona su sistema inmunológico."
Mario Satz.
"El humor es el antídoto ante cualquier fanatismo. El hombre deja de ser un animal miserable cuando se ríe de sí mismo. Quién no sabe reírse de sí mismo suele ser un soberbio. Por eso es fundamental el papel de los humoristas: para desenmascarar y desacralizar."
Emilio Temprano.
"El humor en este estudio no se refiere a caerse de la risa o que el maestro haga de payaso en cada clase, sino más bien a la creación de un ambiente de trabajo propicio para la participación activa de los alumnos en la materia."
Wenceslao Miguel Verdugo, "Relación entre el uso del humor en el aula y la actitud hacia las matemáticas", www.mat.uson.mx (2004)
"Lo único que pretende el humor es que, por un instante, nos salgamos de nosotros mismos, nos marchemos de puntillas a unos veinte metros y demos una vuelta a nuestro alrededor contemplándonos por un lado y por otro, por detrás y por delante, como ante los tres espejos de una sastrería y descubramos nuevos rasgos y perfiles que no nos conocíamos."
Miguel Mihura: Mis memorias.
Características
del humor
La palabra humor viene de la palabra
latina humor y del vocablo medieval humor, siendo ambos términos médicos que
significan disposición biológica o temperamento. El humor se define comúnmente,
y no sólo en psicología como estado de ánimo, disposición del espíritu o del
carácter. Es por tanto, un estado emocional o afectivo de relativa larga
duración que determina en un individuo el realizar ciertas asociaciones
mentales con cosas agradables o desagradables, según el humor que se posea en
un momento dado.
Este estado emocional tiene una
serie de características comunes que trataremos a continuación:
- En el sentido del humor
lo importante es disfrutar de uno mismo, de lo que se hace o se piensa; en
la comicidad, por el contrario, se busca un reconocimiento y la risa del
otro, por lo que se tiene que recurrir al chiste, la burla y la
exageración para hacer una deformación de la realidad. La participación de
los otros no quita ni añade nada esencial al sentido del humor, pues en
éste, se toma a la propia persona
y a las circunstancias como objeto. Por ello, el sentido del humor no
consiste únicamente en tratar de hacer chistes o juegos
de palabras, tratar de ser gracioso de una manera premeditada.
- El Sentido del humor se
concibe como una actitud
derivada del autoconocimiento y la autoaceptación. Conlleva una actitud
hacia la vida, una manera de verla o recibirla, una modalidad de estar en
el mundo. Es básicamente una visión o percepción
realista del mundo que nos rodea, significa percibir ambos polos de una
situación tal como ellos son, desde una visión panorámica.
- El sentido del humor
podemos adquirirlo si jugamos con nuestro propio ego y sus pretensiones,
si nos tomamos en broma nuestras afectaciones, poses o personalidades
asumidas, si no consideramos ciertamente nuestra hiperseriedad y si
desarrollamos un sentido del auto-ridículo.
- La falta del sentido
del humor parece derivarse de la actitud que nos lleva a considerar
inflexibles, absolutamente serias. El sentido del humor parece originarse
en un regocijo que todo lo penetra, situación abierta que no tiene la
solemnidad impuesta de considerar todo demasiado en serio. El no tomar en
serio las cosas es una forma de tomar posición frente a las cosas sin que
ellas se lleguen a representar en lo necesario, como ocurre al tomar las
cosas en serio.
- Un sentido del humor
suficientemente agudo como para mostrar al hombre
tanto sus propios absurdos como los de la otra gente es un elemento
importante en las relaciones
interpersonales pues puede ayudar a crear vínculos no hostiles,
puede crear una agradable atmósfera
saludable de intimidad y camaradería, algo muy importante para nuestra
especie, nacida para vivir en comunidad.
Es el único modo que tenemos para escapar de una vida dominada por los
temores y los sufrimientos de la mente.
- Ayudándonos a
permanecer en la escala
óptima de emociones,
el sentido del humor puede hacer que permanezcamos en contacto con la
realidad y que aprendamos del mundo positivo y de la vida real.
- El sentido del humor
podría enseñarnos a aprender de nuestros errores, de la experiencia y del
fracaso.
- Nos ayuda a liberarnos
de nuestros miedos y preocupaciones creados por la mente. Siempre que las leyes
físicas o el orden cómico degradan las creencias o abstracciones de
nuestra mente, siempre que lo natural humilla lo sobrenatural, lo cómico
hace su aparición.
- El humor también es
fantasioso, nos tienta a escapar y a esquivar las dificultades. También
utilizamos el humor para tratar de establecer un ambiente
más relajado y más agradable
Albert Ellis:
Presenta un decálogo sobre las características
y ventajas de utilizar el humor como
método para la resolución de problemas:
a-
El
humor posibilita a los pacientes a reírse de ellos mismos y auto aceptarse con
sus puntos débiles.
b-
Ayuda
a esclarecer las conductas autodestructivas del cliente de forma afable y
sugestiva.
c-
Suministra
nuevos datos y latentemente mejora los resultados.
d-
Disipa
la monotonía y la excesiva seriedad de muchos temas repetitivos.
e-
Favorece
el distanciamiento objetivo del cliente al introducirlo en una atmósfera
humorística creada por el terapeuta.
f-
Detiene
dramática y duramente alguna formas de pensar y de comportarse irracionales
facilitando la adquisición de otra nuevas.
g-
Enseña
a los clientes a pensar paradójicamente y a actuar de forma contraria a la que
suelen hacer.
h-
Se
utiliza como método de evasión que al menos suspende de forma temporal sus
ideas auto-destructivas.
i-
Pone
en evidencia a los clientes lo importante y lo agradable que es pasarlo bien en
la vida.
j-
Deshincha
de forma efectiva y contundente la grandiosidad.
El humor desde
el punto de vista terapéutico actúa a tres niveles:
Nivel
cognitivo:
Ayuda a pensar de forma racional frente a los pensamientos distorsionados e
ideas irracionales
Nivel
afectivo:
Proporciona sentimientos de alegría y gozo. Ayuda a desbloquear tensiones.
Permite encajar fracasos con sana deportividad.
Nivel
conductual:
Proporciona nuevas y diferentes acciones. Favorece experiencias innovadoras.
Posibilita nuevas maneras de actuar.
De igual manera, como escribe
Holden, R encontramos a otros psicólogos de prestigio que abordan la temática
del humor y la risa. Freíd estudió las bromas, el humor y la risa. Alfred Adler
afirma la importancia de la risa para saborear todos los aspectos de la vida de
otra manera. Víctor Frankl, precursor de la logoterapia, invitaba a sus
clientes a divertirse con las situaciones problemáticas. Guttmann, D, implícita
la función paradójica como técnica logoterapéutica especial en donde se apela a
la capacidad humana cómica, mediante el uso del humor para la resolución de
problemas.
Jornadas
"El sentido del humor, un paraguas ante la adversidad