Un antiguo dicho latino “momento morí” qué significa recuerda que has de morir. Debe inculcarnos una idea importante a todas las personas y es que nuestra existencia es limitada. Pensar en la muerte es una manera de que no nos coja por sorpresa. Para ello debemos comenzar a prepararnos, primero cuando alguien cercano a nuestro entorno, sufra alguna enfermedad sin curación, donde tengamos que acompañarlo en ese camino sin retorno, estar cerca, que sienta nuestra proximidad, nuestro cariño, nuestra comprensión. Hacerle ver que nuestra muerte sea como la queramos y no como nos las quieran imponer los momentos o circunstancias que puedan ocurrir.
Luego cuando se marche, debemos ser fuertes, llevar esa perdida de la mejor manera posible.
Empezare el artículo desde la perdida, desde la necesidad o el impacto que nos produjo, al irse la persona que queríamos. Una vez que se fue la persona que queríamos, debemos saber que va a provocar un proceso de Adaptación a ella, lo que se va a llamar “duelo” que es la manera que tiene nuestro cuerpo y nuestra mente de adaptarse a esa perdida, lo que nos va a llevar a pasar por diferentes momentos o etapas.
Muchos autores han estudiado este proceso:
Pero casi todos coinciden en que pasamos por diferentes fases:
• Shok, incredulidad y negación.
• Embotamiento afectivo.
• Anhelo y búsqueda del otro.
• Labilidad emocional (tristeza, ira, culpa, etc.)
• Reorganización de nuestro mundo y adaptación a la nueva situación.
Durante el proceso de Duelo, se deben realizar una serie de tareas, cogeremos las que nos facilitan dos autores, Worden (1997) y Rando (1991, 1993)
Entre las que destacamos:
• Aceptar la realidad de la perdida a varios los niveles, (Cognitivo y afectivo).
• Trabajar las emociones, reaccionando a las experiencias de la perdida y al dolor que nos causa.
• Adaptarse de nuevo al medio, donde el difunto ya no está, y olvidarse del antiguo.
• Poner o recolocar al difunto emocionalmente, y continuar viviendo.
Dentro de un proceso de adaptación de duelo normal, nos ocurren una serie de síntomas, vamos a exponer una (adaptación de Worden, 1997)
Síntomas cognitivos, o patrones de pensamiento:
• Incredulidad.
• Confusión.
• Preocupación.
• Sentido de presencia.
• Alucinaciones visuales o auditivas.
• Se dice que no hay pérdida de la autoestima.
Síntomas emocionales:
• Tristeza.
• Enfado, (por no haber podido hacer nada).
• Culpa.
• Ansiedad.
• Impotencia.
• Shock.
Síntomas conductuales:
• Trastornos del sueño.
• Trastornos de la alimentación.
• Conducta distraída.
• Aislamiento social.
• Soñar con el perdido.
• Evitar recordatorios del fallecido.
• Suspirar.
• Atesorar objetos que pertenecían al fallecido.
• Llorar.
Síntomas orgánicos:
• Vacio del estomago.
• Opresión en el pecho.
• Opresión en la garganta.
• Falta de aire.
• Debilidad muscular.
• Falta de energía.
• Sequedad de boca.
Importante saber que en los duelos normales, según la mayoría de los autores, este dura un periodo de tiempo que oscila entre seis meses y los dos años. Si el duelo es crónico o patológico, este superara los dos años, por lo que tendremos que ir a un especialista que nos trate.
¿Cómo detectamos cuando un duelo se convierte en Patológico?
Para ello vamos a seguir lo que nos dice (Prigerson y Jacobs, 2001):
Presentar un cuadro de estrés, Por lo menos cada día o en grado acusado, tres de los cuatro síntomas siguientes:
• Pensamientos intrusos.
• Añoranza
• Búsqueda, aun sabiendo de que esta muerto.
• Soledad como resultado del fallecimiento.
• Falta de metas o sentimientos de inutilidad con respecto al futuro.
• Sensación subjetiva de frialdad, indiferencia.
• Sentir la vida vacía y/o sin sentido.
• Sentir que se ha muerto una parte de si mismo.
• El trastorno causa un importante deterioro de la vida social, laboral u otras actividades significativas de la persona en duelo.
La familia y los amigos, como nos pueden ayudar
Una vez leída las opiniones de los expertos, preguntemonos ¿como nos pueden ayudar?, las personas que tenemos a nuestro alrededor, los que nos quieren, nuestra familia y nuestros amigos.
Después de una perdida, nadie sabe como podrá reaccionar hasta que se encuentre frente a ella. Pero algo en nuestro interior nos dice que nuestro estado de ánimo mejorara y crecerá, cuando esa pérdida la compartimos con la familia y amigos.
Una buena ayuda entiendo que seria el apoyo y la comprensión de otras personas que han vivido la misma experiencia, y así al compartir podremos honrar y recordar de una manera mas positiva a la persona que nos dejo.
Las personas cercanas nos pueden ayudar, dedicándonos tiempo, estando cerca, no es necesario hablar mucho, sino la voluntad de estar cerca de nosotros durante el tiempo que dure nuestro dolor. Un simple abrazo sobre los hombres expresara atención y ese apoyo que necesitamos. Si la persona que nos acompaña no sabe que decir, dígalo, esto nos dará una oportunidad de expresarle lo que queremos, y por favor quítense el miedo de nombrar a la persona que se fue, pues podemos entender que se han olvidado de ella, lo que acrecentaría nuestro sensación de soledad.
Para terminar diré que el duelo, puede o no ser una enfermedad. Este es un mecanismo que tenemos para adaptarnos a una perdida. En este artículo he querido que se distinga y se tenga claro, lo que es un duelo normal, por el que todos pasamos. Y un duelo patológico, donde deberemos ponernos en manos de un profesional.
Bibliografía:
NOMEN MARTIN, Leila. (2007). El duelo y la muerte. Psicología “Pirámide”.