martes, 26 de septiembre de 2017

El cómo y el con quién "de mi" jubilación lo decido Yo


  (Parte 2)


Dos generaciones que confluyen, dos generaciones que conviven:

Una, la generación de la resignación, la que ahora es mayor, la que nos ha cuidado, guiado y educado. Donde la gran mayoría son dependientes tanto de sus familias como del estado. Una generación basada en el silencio, invisibles para una sociedad que sólo piensa en subsistir tratando de superar todos los problemas que se le van presentando en estos tiempos de crisis.

La otra, y en la que me incluyo, una generación inconformista, una generación inquieta, nacida en los años 50, donde la mayoría de sus miembros supera ya los 50 y va camino de la jubilación.

Las dos conviven, pero la segunda tiene un compromiso moral con la primera y es el de favorecerles en todo lo que puedan.

Todos los que trabajamos en este ámbito, (pedagogos, psicólogos, geriatras, educadores), debemos reflexionar en un nuevo modelo de envejecer, debemos poner todos nuestros conocimientos y experiencias en ello tanto a nivel corporal, intelectual, social, solidario y de esparcimiento.

La generación de la resignación:

Como resultado de la crisis que sufrimos, muchos ayuntamientos están recortando partidas presupuestarias y han visto que una de ellas, y que tiene poca repercusión informativa, es la formación sociocultural en adultos y mayores.
En estos dos años, muchos de los profesionales que trabajamos con estos colectivos hemos visto como se van eliminado talleres y cursos, como los centros se van quedando vacíos y como a muchas de estas personas se les cierra una puerta de comunicación.
¿Qué va a pasar con las personas que venían a convivir y compartir sus ilusiones, sus desilusiones y sus ganas de ser escuchadas?

Si hacemos una reflexión sobre este colectivo, la gran mayoría al jubilarse o enviudar presentan problemas de soledad y aislamiento, no cuentan con motivaciones que favorezcan su calidad de vida; al contrario, cuando van envejeciendo van perdiendo las redes sociales con las que contaban (familia, amigos, compañeros de trabajo...) y, por lo tanto, pueden sufrir aislamiento social e incluso convertirse en un colectivo en riesgo de exclusión social.

Son personas con estudios primarios, nivel económico medio-bajo, carecen de apoyo social y vivir resignados les lleva a un sentimiento de fracaso, a encontrarse con una sensación de vida inacabada, que no han hecho todo aquello que habían soñado.

Es en este ámbito donde las instituciones y los profesionales debemos empezar a plantearnos objetivos y retos, tratando de prevenir el aislamiento y fomentar el asociacionismo y la participación social. Ellos por su parte nos los ponen fácil, pues en sus logros está la búsqueda de compañía, cariño y amistad.

Debemos crear expectativas y entusiasmo, haciendo que participen. Pero para lograrlo, deben ser los órganos competentes los que favorezcan esto, y, como dije en un principio, se tiende a todo lo contrario, encontrándonos con muchas ganas por parte de esta población pero cerrándose muchas puertas por parte de la administración. En medio están los formadores. Para muchos de los cuales su única fuente de ingresos ha sido la impartición de programas para mayores y ahora se encuentran con que tienen que abandonar estos colectivos para poder vivir.

Como profesionales debemos:

Concienciar a las instituciones para que se respete el derecho del mayor a la educación permanente.

Desarrollar cursos de carácter formativo que proporcionen a los mayores conocimientos, habilidades y fortalezas que les posibiliten, una manera de envejecer positiva y saludable.

Acciones dirigidas a un mantenimiento psicofísico, potenciando su actividad física y mental (senderismo, natación, expresión corporal, entrenamiento de la memoria, desarrollo de habilidades psicoemocionales: “autoestima, prevenir la ansiedad, meditación”, yoga, etc).

Participación social e integracion en las labores de la comunidad: intercambio generacional, participaciones de voluntariado (protección civil, medio ambiente, apoyo a otras personas, etc).

Desarrollar las capacidades de aprendizaje basandonos en actividades de tipo cultural-educativas (acercarlos a las nuevas tecnologías, formación permanente y una serie de programas culturales).

La importancia también de su ocio para que obtengan un mayor disfrute y satisfacción vital.

Siempre con un objetivo fundamental: una mejor calidad de vida. Debemos aportar algunos elementos para colaborar en un envejecer activo, creativo y feliz, en oposición al envejecimiento como sinónimo de enfermedad. 
Sabemos que fruto de los avances de las ciencias y la tecnología ha aumentado la esperanza de vida de las actuales generaciones de mayores se ha extendido.
Los mayores se encuentran con disponibilidad de tiempo libre, con su cuerpo y mente potencialmente dispuestos para la actividad y con motivación para seguir haciendo cosas importantes.

Vamos a buscar soluciones y compromisos, tanto las instituciones como las personas que estamos trabajando con ellos a poner de nuestra parte todo lo que sea beneficioso y convertirlo en un objetivo de máxima prioridad. También debemos sensibilizar a la sociedad, en general, para que facilite todas las vías positivas para el desarrollo de la libertad en las personas de edad, y superar todos los estereotipos y obstáculos que están limitando dicho desarrollo.
Señala el profesor Millán Arroyo (1999:9):

Feliz el mayor que ve acrecentarse en el sentido del humor, de la ternura, la sensibilidad ante la naturaleza y la belleza y mantiene en alza la curiosidad, el afán de aprender, de experimentar de vivir.”

Este debe ser nuestro objetivo, provocar esto en nuestros cursos, lograr que los adultos y mayores que participan, una vez finalizado, salga con esta ilusión. esto provocaría nuestra satisfacción y confianza en una tarea bien realizada.

Reflexión:

No quiero ser una persona dependiente. Debemos dejar que las nuevas generaciones ocupen su lugar y hacerles comprender que no vamos ni queremos ser una carga para ellos. 

Entre envejecer en casa, con una vejez que se presenta difícil, o la de que sólo me planteen como alternativa la residencia, tan temida para muchos, está el compartir con quien quiera o como yo quiera mi tiempo, mi vejez; quiero empezar desde ahora mismo e ir marcando mis tiempos y mis ideas sobre lo que deseo y juntarme con quien piensa igual o parecido a mí.

Quiero buscar maneras, acuerdos donde un grupo de personas creen vínculos y, con el tiempo, estén capacitadas a compartir unas normas de vida, de convivencias, para hacer más llevaderas las actividades diarias. Es decir, crear un entorno que sea amigable y comprometido.

Creo en el grupo, en la fuerza que tiene, en la ayuda emocional que puede provocar para que las personas permanezcan activas realizando las actividades con las que se encuentren a gusto. Donde se promueva una convivencia de respeto y buenas normas. Donde se participe de manera activa, crítica. Donde abunde una buena comunicación, basada en la empatía, donde tengamos la libertad de ser asertivos.

Debemos llegar a convivir en comunidades donde la ética de unión debería ser el respeto y la solidaridad. Comunidades donde seamos activos y donde todos participen, donde se excluya todo tipo de manipulación animando a todos los miembros del grupo a que sean protagonistas. Donde los ritmos los ponga cada uno.

Pertenecer a un grupo y participar en su actividad llevará a que surjan inquietudes y necesidades que les motivará para el buen desarrollo de sus tareas. Esto provocará que el grupo llegue a un compromiso colectivo que hará mejorar las situaciones personales y sociales de cada uno de sus miembros creando una especie de contrato de solidaridad entre todos.

Para los formadores: se nos presenta una nueva visión del concepto de formación continua:
  1. Preparase.
  2. Anticiparse.

Empezando desde la jubilación y preparando a las personas en habilidades y fortalezas, tanto psicoemocionales, como de dinámicas y técnicas de grupos, habilidades sociales, (Comunicación, asertividad, empatía, resolución de conflictos.) Que se preparen para llevar una mejor convivencia con las personas con las que van a compartir una gran parte de su vida.

Para las instituciones: que faciliten y pongan los medios para que se lleve acabo el proyecto. Rosario Limón: nos hace una enumeración de espacios educativos dirigidos al mayor y que se puede aprovechar para darle difusión:

  • Cursos de preparación a la jubilación.
  • Centros de mayores.
  • Centros de día.
  • Centros residenciales.
  • Centros sanitarios.
  • Centros cívicos.
  • Programas de ayuda a domicilio.
  • Aulas de la tercera edad, universidades de mayores, universidades populares.
  • Casas de cultura.
  • Escuelas de adultos.
  • Programas de vacaciones (programa de animación socio-cultural).
  • Programas de balnearios.
  • Voluntariado (formación de voluntarios).
  • Medios de comunicación: programas de radio y televisión….

 
Deciros que hay dos grandes fortalezas que forman parte de nuestra vida: la primera, y que ya he tratado, es el sentido del humor y su repercusión en la calidad de vida en los mayores. La otra, la que se trabaja en este artículo, es la fuerza y el sentido que da a nuestra vida “EL GRUPO”

 
La jubilación:

Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio.”
PAULO COELHO

Una persona llega a la jubilación sin estar preparado para lo que le pueda venir. Algunos ni siquiera pensaron en la jubilación. Esto no quiere decir que los jubilados estén cerrados a nuevas experiencias educativas, pero aquí, como en otros ámbitos de la vida, la información debe preceder a la formación.
La información más urgente es hacer saber a los jubilados que pueden hacer mucho por su bienestar físico, social y psicológico. Después vendrá el momento de aportarles los conocimientos, las habilidades, experiencias e instrumentos que necesitan para conseguir ese bienestar.
Es aquí donde tenemos que empezar a pensar en cómo queremos vivir, en lo que deseamos hacer con nuestra vida, somos nosotros los que tomamos las decisiones y partir de aquí, y con “La formación” adecuada, trabajar estas cuestiones. Podremos conocer a personas con las mismas inquietudes que nosotros y valorar la conveniencia de formar grupo en esas vivencias que nos agraden.

Formación para la jubilación:

Objetivos:

  • Favorecer que las personas participen en la vida del grupo y de la sociedad intentando la mejora permanente de la calidad de vida.
  • Vivir en relación con las otras personas, en la aceptación y el respeto a cada uno, sus valores sus creencias y las de su medio.
  • Dar a cada uno la ocasión de intercambiar las ideas y expresarse libremente.
  • Disminuir el vacio sociocultural entre extractos sociales.
  • Motivar a los mayores para que sigan activos, participativos, críticos, creativos, solidarios y útiles a la sociedad.
  • Favorecer el desarrollo de una comunidad.
  • Provocar cambios de actitud y de conducta en las personas que formarán el grupo.
  • Ofrecer a los colectivos oportunidades para que refuercen el sentido de su identidad y de pertenencia a la comunidad.
  • Potenciar y favorecer la ilusión por vivir.
  • Generar empatía y crear nuevas formas de interacción.
  • Adoptar una actitud positiva ante la vida.
  • Potenciar el trabajo y cohesión grupal desde el respecto y la aceptación mutua.

Qué queremos lograr en esta formación de jubilados:

El asociarse como una solución a los mayores

Las cooperativas cobran fuerza como una opción para cubrir las necesidades derivadas del adelgazamiento del Estado de bienestar. Negocios orientados al consumo, al trabajo y a los servicios ofrecen soluciones alternativas y participativas.
Los expertos apoyan la iniciativa. Mariana Galdós, psicóloga especializada en la tercera edad, asegura que la convivencia continua es enriquecedora y aleja la sensación de soledad. “Todo depende de cada individuo. Lo importante es que mantengan la mente abierta y positiva”.
Opciones: visión de futuro "La importancia de la convivencia con nuestros semejantes"
El "cohousing":
Esa mentalidad es la base de esta tendencia en la vivienda, el "cohousing" nació en los años sesenta en Dinamarca, en los ochenta se extendió por EEUU y Canadá, y ahora por fin llega a España. En Torremocha del Jarama, una cooperativa ha desarrollado un proyecto pionero en nuestro país. Se trata de una vivienda colaborativa, diseñada específicamente para este fin. La construcción protege la intimidad individual con espacios propios al mismo tiempo que desarrolla espacios comunes que promueven la integración de todos los vecinos en proyectos conjuntos. La filosofía del "cohousing" se basa en compartir. Quien opta por él elige vivir en comunidad. Representa, en cierto modo, una vuelta al pasado, a la vida de pueblo, a la solidaridad y al respeto por los años vividos
Se basa en compartir espacios comunes y mantener la intimidad en la propia vivienda.

Compartir viviendas:

Otra opción relacionada con la anterior, pero para personas cuya economía es más baja.

Ecoaldea:
Grupos de personas que se organizan en cooperativas para hacer frente a la crisis

Crear una asociación:

Podría ser interesante a través de lo que las redes sociales nos facilitan buscar por ejemplo en facebuk, Xing, Linkedin. Etc
Se trataría de preparar un programa sobre la convivencia en grupo, plantear unos objetivos y lanzarlos a las redes para que la gente interesada pueda participar.

Dichos objetivos serian:

  • Una cierta edad.
  • Personas a quienes no les importara jubilarse y convivir con otras.
  • Tener intereses comunes para poder elegir el tipo de asociacionismo que les interesara.
  • Sería libre la opción de elegir grupo y manera de convivir, según los intereses particulares de cada persona y ver dónde podrían encajar.

Reflexión:
Las personas mayores cuentan con el entusiasmo, optimismo y motivación necesarios para emprender este nuevo reto de “convivencia”.

Un proyecto de investigación, financiado por el Imserso y realizado por el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se propuso estudiar en el año 2007 las claves que permiten envejecer más y mejor. Aparte de la importancia de factores como el optimismo, el estudio señala aspectos como la fortaleza interior y la autoestima.

La felicidad en la vejez obedece más a una actitud positiva que a la salud que se posea, señala un estudio realizado por el Sam and Rose Stain Institute for Research on Aging (SIRA), perteneciente a la Universidad de California en San Diego. La investigación, llevada a cabo por el profesor Dilip Jeste, señala que el optimismo y la actitud positiva hacia los devenires de la vida son importantes para conseguir un buen envejecimiento y que el estado físico no es sinónimo de un envejecimiento óptimo. Se examinó a 500 voluntarios de edades comprendidas entre los 60 y 98 años, que vivían independientes y que habían padecido diversas enfermedades, como el cáncer, fallos cardiacos, diabetes, problemas mentales u otro tipo de disfunciones. Lo sorprendente de los resultados obtenidos fue que las personas más optimistas no siempre coincidían con los que tenían mejor salud. Nuestra vida tiene otro color cuando nuestra actitud es optimista.

Investigadores de la Universidad de Granada han publicado un artículo en la prestigiosa Revista Journal of Happiness Studies (2013). En él exploran sobre la felicidad actual (en el momento del estudio) y pasada (a lo largo de la vida) de hombres y mujeres mayores de 65 años, con diferentes características personales y sociodemográficas. Los datos obtenidos hacen referencia a que las personas mayores de 65 años son más felices cuando, a su vez, han disfrutado de una vida feliz. Además, aquellos mayores que no sufren de depresión, que cuentan apoyo familiar y que pueden ejercer su actividad diaria sin depender de otros, están más satisfechos con su vida.

Laura Carstensen, directora y psicóloga del Centro de Longevidad de la Universidad de Standford (California) asegura que las personas mayores son, al menos estadísticamente “más felices” que las jóvenes. Se pidió a personas de entre 18 y 90 años que llevaran un diario de vida enfocado en sus estados emocionales y descubrió que la frecuencia con que jóvenes y mayores experimentaban emociones positivas era muy similar, pero que los mayores experimentaban menos emociones negativas. Además, comprobó que en las personas mayores los estados positivos duraban más y los negativos menos; es decir, que con la edad las personas se recuperaban antes cuando se sentían tristes y que cuando estaban alegres… les duraba más tiempo.

En referencia a lo anterior, el estudio  Mood Regulation in Real Time: Differences in the Role of Looking, publicado en la revista científica Current Directions in Psychological Science (2012), confirma que los mayores tienen más capacidad para superar las adversidades que los jóvenes.

Las investigaciones en psicología gerontológica promueven la imagen positiva de la vejez y del envejecimiento.

La Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento Madrid 2002 destaca la necesidad de implementar todas las acciones que favorezcan el envejecimiento saludable, su bienestar subjetivo o felicidad y el “empoderamiento”, entendiéndose como empoderamiento la revalorización de las personas mayores en la sociedad.

Promover la felicidad de los mayores beneficiará su salud y, por ende, a toda la sociedad. Las personas felices no solo disfrutan más de la vida, sino que además tienen menos posibilidades de morir en los próximos años si su estado anímico es positivo. Diversos estudios sobre la longevidad han demostrado que felicidad y longevidad están estrechamente relacionadas.




PROYECTO:

"Jubilación: la importancia de formarse a lo largo de toda la vida"

Sugerencias generales para dar a conocer el proyecto:

  • Presentación oficial del proyecto.
  • Reunión con otros grupos y asociaciones para informarles del proyecto.
  • Programar alguna actividad inicial que despertase el interés de las personas.
  • Recoger información relevante durante el proyecto.
  • A nivel provincial.
  • En cada provincia un responsable elegido entre todos. Si son muchos elegir varios miembros.
  • Formación a cargo de personas que conozcan el proyecto.
  • Ponerse en contacto con asociaciones que ya están funcionando.
  • Invitar a estas asociaciones para que nos cuenten su proyecto.
  • Reuniones con los mayores para conocer su opinión sobre la marcha de las actividades, lo que nos valdrá para conocer sus inquietudes.
  • Flexibilidad para adaptarse a los cambios que puedan surgir sobre la marcha.

Objetivo: Siempre es posible compartir mi vida “tiempo” después de la jubilación con personas afines a mí.

  1. Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.
  2. Identificar las emociones de los demás.
  3. Desarrollar la habilidad de controlar las propias emociones.
  4. Adoptar una actitud positiva ante la vida.
  5. Incrementar su capacidad de analizar diferentes situaciones, adecuando sus comportamientos a las demandas de éstas.
  6. Motivar a la persona para que descubra que no está solo, que puede compartir su vida con otros individuos.
  7. Enseñar a utilizar las habilidades sociales y hacer amigos y compañeros de camino.
  8. Ejecutar las habilidades adquiridas de forma espontánea y en diferentes ambientes.
  9. Poner en contacto a personas con las mismas inquietudes.
  10. Formar a estas personas para que conozcan sus derechos, sus obligaciones, cómo se pueden beneficiar de las instituciones y sobre las novedades y últimas tendencias de asociacionismo de mayores.
  11. Una gran dosis de creatividad para inculcarles ilusión, ganas y una visión positiva de que todo puede llegar a lograse.
  12. Favorecer la comunicación, la autoestima y las relaciones sociales entre los participantes.

Áreas de intervención:

  • Área de información y organización.
  • Área educativa.
  • Área de animación sociocultural: relaciones sociales y actividades


Temario: "A elección del proyecto elegido por la institución que plantea la formación y por el profesional que la imparte.

Ejemplo:

  • Sobre habilidades sociales, (autoestima, asertividad, empatía, resolución de conflictos, gestionar el estrés, …).
  • Pensamiento positivo.
  • Creatividad.
  • Técnicas de Relajación y de Meditación… minifulnes y tai-chi
  • Vivir y compartir con el grupo.
  • Como me pueden ayudar las instituciones, en que me puedo beneficiar, a quien o a donde tengo que recurrir según mis necesidades.
  • Últimas tendencias en asociacionismo de mayores, donde puedo obtener información, que tenemos en nuestro país.
  • Como puedo entrar en contacto con más personas. (centros culturales, universidades, asociaciones, etc…).
  • Saber que derechos tengo por ser mayor. (Seguridad social, instituciones de ámbito general, comunitario y local.).
  • El voluntariado, una manera de vida y de conocer y compartir con personas afines a mí.
  • Autonomía personal en la etapa de la vejez. (los factores que intervienen en la reducción o pérdida de la independencia del adulto mayor, desde el punto de vista biológico y cultural

viernes, 15 de septiembre de 2017

El cómo y el con quién “de mi” jubilación lo decido Yo


(Parte 1)



Introducción: "Nos hacemos mayores"

Profundizamos en nuestro mundo interior, parar y reflexionar sobre nosotros, sobre nuestros intereses, llegando a hacer un alto en el camino y empezarnos a plantear si nuestra vida necesita un cambio, si esos sueños que tengo me apetece que se cumplan.
Esto es lo que vamos a trabajar en este proyecto, en esta búsqueda de uno mismo, acercarnos a descubrir lo que nos lleva a ese cambio, cuáles son los factores, tanto externos e internos, que nos llevan a él, con qué barreras nos podemos encontrar, qué nos motiva a realizar el cambio, cómo recuperamos viejos sueños de juventud.
Lo que hicimos en el pasado no lo podemos cambiar en el presente, pero sí podemos comenzar a actuar para modificar nuestro futuro. Podemos empezar hoy mismo decidiendo algo, algo que, aunque no sea muy grande, sí nos valga y nos traiga consecuencias para mañana.


Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio.”
PAULO COELHO

Pero la máxima expresión de privación de autonomía se pone de manifiesto cuando los hijos deciden, sin consultarlo con sus padres, que éstos deben vivir en una residencia o centro geriatrico, porque, a pesar de no sufrir ninguna enfermedad ni incapacidad, están muy "mayores y solos", sin tener en cuenta otras alternativas a la internación como el cuidado domiciliario, los centros de día, etc. El ingreso en la institución marca el inicio de un proceso creciente de pérdida de independencia personal. Los residentes deben:
  • Someterse a normas institucionales y de convivencia como horarios de comida, de descanso, de recreación, etc.
  • Compartir lugares comunes, hasta los dormitorios, con personas desconocidas.
  • Resignarse a la pérdida, no solamente de su hogar, sino de todos los objetos que lo conformaban: muebles, plantas, animales, etc.
  • Separarse de sus amigos, vecinos, familiares.
  • Muchos son despojados de sus bienes por sus apoderados que se apropian de sus ingresos mensuales o de sus propiedades.
Dentro de la institución es muy reducido el margen de opciones y son escasos los estímulos para fortalecer la independencia: no se cocinan, no se lavan la ropa, no limpian, ni reparan, ni mantienen el lugar de residencia. Otros, lo hacen por ellos: Hay personal capacitado para realizar todas las tareas, incluido su propia higiene y aseo. Es tan significativa la relación de dependencia que genera la institucionalización que los residentes, en muchos casos y una vez que se adaptan, son resistentes a las salidas a la casa de familiares o a los paseos programados por la institución, y sólo recién cuando regresan, vuelven a sentirse seguros.
Debo dejar claro además, que me estoy refiriendo en estos casos sólo a los mayores que pierden su autonomía, por enfermedad tanto física, (problemas de movilidad) o psíquica, (Demencia, alzhéimer) pero esto no significa que todos los adultos mayores sufran el mismo fenómeno. Por el contrario, hay personas que siguen ejerciendo plenamente sus derechos y aún cuando hayan sufrido una pérdida de autonomía sobre el control de su cuerpo, son respetadas y consultadas en sus deseos y decisiones. Esta es una actitud ante el propio envejecimiento por parte del mayor y, ante la vejez en general, por parte del grupo familiar y social del entorno más próximo, que consideran a esta etapa como una etapa más de la vida, de la cual nadie está exento, y que debe ser vivida con la dignidad que corresponde a todo ser humano.
Los seres humanos conocemos lo que somos a través de la visión que los otros tienen de nosotros. La forma en que se caracteriza a los adultos mayores, contribuye en gran medida a crear la situación y condiciones sociales en las cuales éstos viven. Cada sociedad crea un cristal a través del cual tiene una determinada visión de la realidad. En nuestra sociedad capitalista, donde la productividad es la medida del valor de la persona, los viejos como no producen ni consumen, pierden valor y, como consecuencia, pierden poder. En nuestra cultura posmoderna, que exalta la juventud, la belleza exterior y la vertiginosidad, los mayores ocupan en la escala social el último lugar.
En definitiva, es el medio social el que crea la imagen de la gente mayor a partir de sus normas y de los ideales y valores que persisten en cada época. Y los ancianos asumen el papel que se les asigna desde los medios de comunicación, desde las instituciones, desde los profesionales que trabajan por su bienestar y desde la opinión general; y cumplen este mandato, porque es lo que se espera de ellos. Si la creencia es que ellos no pueden, no deben, no saben hacer, pensar, decir y sentir determinadas cuestiones, ellos terminan convencidos de que es así y que es más conveniente delegar las decisiones en los adultos.
La imposibilidad de ejercer el derecho de decidir sobre la propia vida significa no poder decidir dónde vivir, con quién vivir, cómo vestirse, qué comer, a dónde salir, cómo administrar el dinero, planificar el futuro, hablar sobre lo que se desea y llevarlo a cabo. Es decir, que no decidir sobre la propia vida implica no ejercer los derechos humanos fundamentales: el derecho a la vida, a la libertad, el derecho a la libertad de expresión y de pensamiento, el derecho a la privacidad, a la sexualidad, a la educación.
Pero, desafortunadamente, las barreras que se imponen a los adultos mayores para ejercer estos derechos no son vistas como violaciones a los derechos humanos. Se despoja a los mayores de ciertas necesidades y capacidades humanas, como por ejemplo la sexualidad, la creatividad, el aprendizaje, etc. Esta actitud con los viejos está instalada y naturalizada en casi toda la sociedad. Y desnaturalizarla es uno de los objetivos de la educación para el envejecimiento.

Tener suerte o no depende de algo más que la mera casualidad. Con frecuencia, las personas que han triunfado comparten actitudes parecidas, como la perseverancia, la confianza en sí mismos, el optimismo, la ambición y el sentimiento de frustración. La forma de percibir nuestras circunstancias, así como las de crear y aceptar las oportunidades, depende en gran medida de lo que esperamos de nosotros mismos.
Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. La consecuencia, desde luego, es que puede que nunca descubramos nuestro verdadero proyecto. Depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos.
Todos los miembros de la sociedad debemos reconocer esta situación porque todos somos responsables de su reproducción, y los adultos mayores deben ser conscientes de que son objeto de esta discriminación y adoptar una posición de crítica y cuestionamiento a esta actitud, porque son ellos los que mejor pueden asumir una defensa activa de sus derechos. Para que esto sea posible, los trabajadores del campo de la Gerontología debemos generar las condiciones externas e internas en los grupos de adultos mayores y en el resto de la sociedad para promover este debate.
No sabemos cómo será el futuro, pero el único modo de prepararse para él es sacar el máximo provecho de nosotros mismos, en la convicción de que al hacerlo seremos todo lo flexibles y productivos que podamos llegar a ser.
Todos tenemos habilidades e inclinaciones que pueden servirnos de estímulo para alcanzar mucho más de lo que imaginamos. Entender esto lo cambia todo.

Perspectivas que nos depara el hacernos mayor:

Podemos seguir un plan para el cambio:

  1. pensar y visualizar cómo me gustaría que fuera mi vida.
  2. visualizar las situaciones que no nos gustan, las que quisiéramos cambiar.
  3. visualizar alguna situación donde usted haya tomado las riendas y lograra cambiarla en su favor.
  4. Motivación: ver si me apetece el esfuerzo y cómo afectaría a mi vida. No cambie solo por cambiar, piense sobre ello.
  5. Acción: ¡ya, póngase en marcha!

Lo que lamentamos no es lo inalcanzable, sino lo alcanzable no alcanzado”.





El día a día

Entre envejecer en casa, con una vejez que se presenta difícil, o la de que sólo me planteen como alternativa la residencia, tan temida para muchos, está el compartir con quien quiera, o como yo quiera, mi tiempo y mi vejez; quiero empezar desde ahora mismo e ir marcando mis tiempos y mis ideas sobre lo que deseo y juntarme con quien piensa igual o parecido a mí.”

Nos obligan a ir por un carril, igual que un tren. Sin salirse del trazado. Mucha gente quiere vivir de otra manera, pero cree que no se puede. Y sí, se puede. Incluso en la mitad de la vida es posible empezar un nuevo camino.

Tres son los factores clave que conducen al éxito: estar dispuesto a hacer sacrificios, asumir ciertos riesgos y poseer visión de futuro.

Quiero buscar maneras, acuerdos donde un grupo de personas creen vínculos y con el tiempo estén capacitadas a compartir unas normas de vida, de convivencias para hacer más llevaderas las actividades diarias. Es decir crear un entorno que sea amigable y comprometido.

Creo en el grupo, en la fuerza que tiene, en la ayuda emocional que puede provocar para que las personas permanezcan activas realizando las actividades con las que se encuentren a gusto. Donde se promueva una convivencia de respeto y buenas normas. Donde se participe de manera activa, crítica. Donde abunde una buena comunicación, basada en la empatía, donde tengamos la libertad de ser asertivos.

Debemos llegar a convivir en comunidades donde la ética de unión debería ser el respeto y la solidaridad. Comunidades donde seamos activos y donde todos participen, donde se excluya todo tipo de manipulación animando a todos los miembros del grupo a que sean protagonistas. Donde los ritmos los ponga cada uno.

Pertenecer a un grupo y participar en su actividad llevará a que surjan inquietudes y necesidades que les motivará para el buen desarrollo de sus tareas. Esto provocará que el grupo llegue a un compromiso colectivo que hará mejorar sus situaciones personales y sociales de cada uno de sus miembros creando una especie de contrato de solidaridad entre todos.




Dar paso a la generación inconformista

Debemos prepararnos para recibir a los años, para ocupar nuestro puesto de mayor. Prepararnos para conocer lo que nos viene encima y sepamos que incluso puede ser bastante desesperanzador. No debemos depender de nadie, tenemos edad para saber lo que nos conviene y cómo querer vivir a partir de nuestra jubilación.

Es nuestra generación a quien corresponde descubrir una nueva manera de envejecer.

Muy pronto nos vendrá la jubilación: “Es tiempo de ruptura, transformación y cambio. Entraña pérdidas y riesgos, pero también compensaciones y logros. Se pierde poder y prestigio social aparente, se gana libertad personal y autogobierno. Disminuye la aceleración en la acción, aumenta la contemplación y la profundidad interior. Hay menos vértigo en el trabajo, menos estrés y preocupaciones apremiantes, y con ello la oportunidad de ampliar la visión serena de las cosas, la benevolencia y la comprensión de la condición humana”.

Quiero hacer una pequeña reflexión y para ello voy a partir de unas ideas de Belando con las que voy a conectar y deciros hacia dónde debe ir dirigido nuestro futuro, tanto como educadores como personas que van a llegar a la vejez:
(Belando, 2000:37:38). Destacamos las siguientes:

La persona que envejece debe desarrollar estrategias de afrontamiento constructivas para tener un envejecimiento saludable, pero dichas estrategias deben estar presentes en etapas anteriores de la vida; de otro modo seria difícil su adopción, aunque no imposible, pues el ser humano es susceptible de perfeccionamiento y puede adquirir en esta etapa hábitos saludables de vida.

Tener vínculos de intimidad, afecto y cariño, no solamente con la pareja y la familia, sino con los amigos y otros grupos.
Se ha comprobado que el grado de organización y complejidad del comportamiento diario de una persona es un aspecto que influye en la longevidad. El adulto mayor cuando se jubila debe tener un proyecto de vida y reestructurar su tiempo y su espacio haciendo que sean de vitalidad personal (Escarbajal, 1994). el educador debe reforzar en la persona mayor los hábitos y conductas enmarcadas en un alto nivel de organización. Puede resultar muy beneficioso que el anciano realice una planificación de sus actividades diarias.

Buscar nuevas metas, nuevos motivos de satisfacción y orgullo, es un medio para conseguir ser feliz en esta etapa de la vida. “Saber envejecer es la mayor de las sabidurías y uno de los más difíciles capítulos del gran arte de vivir. Anclándose en el pasado, solo se conseguirá frenar el desarrollo y acelerar la decrepitud.