miércoles, 11 de julio de 2018

EL ARTE JAPONES DE LOS BAÑOS DEL BOSQUE



Nuestra relación con los bosques, por el Dr. Quing Li
Todos sabemos lo bien que nos hace sentir el contacto con la naturaleza. Lo hemos experimentado durante milenios. Los sonidos del bosque, el olor de los arboles, la luz del sol colándose entre las hojas, el aire fresco y limpio... todas estas cosas nos dan una sensación de bienestar. Nos quitan el estrés y las preocupaciones, nos ayudan a relajarnos y a pensar con mayor claridad. El contacto con la naturaleza puede quitarnos el mal humor, devolvernos nuestra energía y nuestra vitalidad, refrescarnos y rejuvenecernos.
Eso es algo que llevamos en las entrañas. Es como una intuición o un instinto, una sensación que a veces resulta difícil explicar. En japonés tenemos una palabra para describir esas sensaciones demasiado profundas como para expresarlas con palabras: yugen. Lo yugen nos comunica un profundo sentido de la belleza y del misterio del universo. Es algo de este mundo, pero sugiere algo del más allá. El dramaturgo Zeami Motokiyo lo describe como las "sutiles sombras del bambú sobre el bambú", la sensación que tienes cuando "contemplas la puesta de sol tras una colina cubierta de bosques" o "cuando paseas por un bosque inmenso sin pensar en el regreso".
Pero ¿qué es exactamente esa sensación tan difícil de expresar con palabras? ¿Qué es lo que hay detrás? ¿Qué hace la naturaleza para provocar que nos sintamos así? Yo soy científico, no poeta. Y he pasado muchos años estudiando la base científica de esta sensación. Quiero saber por qué nos sentimos mucho mejor cuando estamos en la naturaleza. ¿Cuál es ese poder secreto de los arboles que nos hace sentir mucho más sanos y felices? ¿Por qué nos sentimos menos estresados y recargamos energía solo con pasear por el bosque? Hay quien estudia los bosques. Hay quien estudia medicina. Yo estudio la medicina de los bosques para descubrir todos los modos posibles en que un simple paseo por el bosque puede mejorar nuestro bienestar.

Shinrin Yoku
Los fines de semana visito los parques verdes de Tokio y paso allí varias horas. Y cada lunes por la tarde me llevo a mis alumnos a dar un paseo. En realidad es más que un paseo. Practicamos lo que en Japón llamamos "baño de bosque" o Shinrin Yoku Shinrin en japonés significa "bosque", y yoku significa "baño". Así pues, "Shinrin- Yoku" significa sumergirse en el ambiente del bosque o absorber el bosque a través de los sentidos. No es una forma de hacer ejercicio, ni de excursionismo, ni una especie de carrera. Se trata simplemente de estar en la naturaleza, conectar con ella a través de los cinco sentidos. Cuando estamos bajo techo, tendemos a usar solo dos sentidos: la vista y el oído. Es fuera donde percibimos el olor de las flores, el sabor del aire fresco. Es fuera donde vemos el color cambiante de los arboles, donde oímos el canto de los pájaros y notamos la brisa sobre la piel. Y abriendo los sentidos podemos empezar a reconectar con el mundo natural.
Formamos parte del mundo natural. Nuestros ritmos son los de la naturaleza. Cuando paseamos lentamente por el bosque, observando, oyendo, oliendo, saboreando y tocando, sincronizamos nuestros ritmos con los de la naturaleza. El "Shinrin-Yoku" es como un puente. Abre nuestros sentidos y crea un puente entre nosotros y el mundo natural. Y cuando estamos en armonía con el mundo natural, podemos empezar a curarnos. Nuestro sistema nervioso puede reiniciarse, nuestro cuerpo y nuestra mente pude volver a su estado ideal, recuperar la sintonía con la naturaleza, renovarse y corregir sus defectos. Quizá nuestro paseo por el bosque no nos lleve muy lejos; sin embargo, al conectarnos con la naturaleza, el Shinrin- Yoku nos traslada y nos pone en contacto con nuestra propia esencia.



Los cinco pasos del Shinrin-yoku
Antes de ir a los cinco pasos, es importante prepararnos mentalmente para disfrutar del shinrin-yoku. Para ello hemos de dejar atrás las preocupaciones cotidianas, los compromisos y obligaciones pendientes, cualquier cosa que nos pueda distraer del aquí y ahora del bosque.


1. Entrégate totalmente a la experiencia, aquí y ahora
  • Para que el baño del bosque sea efectivo, debes renunciar al multitasking. Pon el teléfono móvil en modo avión y guárdalo en un lugar fuera del alcance de la mano.
  • Toma conciencia de cada paso, de la temperatura del aire, de la brisa, de los juegos de la luz. El objetivo del shinrin-yoku es que estés totalmente presente en el bosque.
  • Al igual que no es lo mismo tomar el té en un bar hablando de futbol o de política que sentados sobre un tatami con vistas a un bosque, conversando sobre el sonido de la lluvia, la intención es esencial en nuestro paseo. Caminaremos en silencio o, si vamos acompañados, evitaremos charlar de temas mundanos o que nos resulten estresantes.

2. Ten una ruta en mente, pero deja espacio a la improvisación

  • Es esencial no tener prisa ni agobiarse por alcanzar un determinado punto del itinerario. Toda nuestra atención debe estar puesta en caminar plácidamente, respirar y detenernos donde nos lo dicte la imaginación.
  • Date permiso para sentarte en una roca o sobre un tronco caído cuando te asalte la fatiga. Disfruta del universo de sonidos que llenan el bosque: pájaros, cigarras, el rumor de las hojas mecidas por el viento...Aspira los olores frescos y reparadores del bosque.
  • Toma una ruta alternativa si aparece un sendero que te atrae más. Entrega la brújula a tus pies para que caminen siguiendo la inspiración del momento.
  • Detente a contemplar los paisajes idílicos, especialmente el atardecer o el amanecer.

3. Respira lenta y profundamente

  • Además de caminar sin prisas y dejarte envolver por la naturaleza, vaciando la mente de problemas, la finalidad del shinrin-yoku es respirar. Hazlo de forma reposada y profunda, caminando, detenido de pie, sentado o tendido bajo la copa de un árbol.
  • Al respirar lentamente, movilizando el vientre, los pulmones y las clavículas, que se levantan, visualiza como las fitoncidas benefactoras penetran en tu interior. Con cada inspiración, absorbe los efluvios curativos de la naturaleza.
  • Siente que te inundas de verde, baña tu cuerpo y tu mente en esa sensación.

4. Deja pasar las nubes mentales

  • Acostumbrado a las distracciones constantes que obnubilan la mente, pude que en medio del shinrin-yoku te lleguen pensamientos de preocupación. Que no cunda el pánico, es normal.
  • Respira hondo y visualiza estas preocupaciones como si fueran nubes en el cielo de tu mente. Pasan de un lado a otro hasta que se las lleva el viento. Etiquétalas como "pensamientos" y déjalas pasar, sin rechazarlas ni retenerlas, sin analizarlas ni juzgarlas. Son solo pensamientos que vienen y van como nubecitas que se pierden en la lejanía, dejándote por fin sentir el presente.
  • Si te notas estresado por la tensión de la semana, haz una pausa en tu paseo para realizar unos estiramientos en pleno bosque, posiciones de tai chi o qigong.

5. Siéntete parte del todo

  • Anclada en el aquí y ahora, totalmente presente, empezaras a sentirte integrado en el bosque, la naturaleza, el universo entero.
  • Experimenta el yugen, la magia de ser uno con las plantas y animales que te rodean, con todos los seres humanos, con este bello planeta al calor de una estrella lejana.
  • Asume que eres parte importante del universo, no algo separado de él. Eres universo y el universo eres tú. Deja que tu ego se diluya en el entorno hasta fundirte con la naturaleza. Volviendo a Alan Watts: "Tú eres parte de lo que todo el universo está haciendo, de la misma forma que una ola es parte de lo que todo el océano está haciendo".

Principios curativos
La buena noticia es que solo pasar una pequeña cantidad de tiempo en la naturaleza pude tener un gran efecto en nuestra salud. Un baño de bosque de dos horas te pude ayudar a desconectar de la tecnología y a bajar el ritmo. Te devolverá al presente, te destresara y te relajara. Cuando conectas con la naturaleza a través de los cinco sentidos, empiezas a beneficiarte de los numerosos efectos positivos del mundo natural. Actualmente disponemos de muchísimos datos que demuestran que el Shinrin- Yoku puede:
  • Reducir la tensión arterial.
  • Reducir el estrés.
  • Mejora la salud cardiovascular y metabólica.
  • Reducir el nivel de azúcar en sangre.
  • Mejora la concentración y la memoria.
  • Combatir la depresión.
  • Mejorar el umbral del dolor.
  • Recargar la energía.
  • Potenciar el sistema inmunitario al aumentar el recuento de las células NK
  • Aumenta la producción de proteínas anticancerigenas.
  • Ayuda a perder peso.

Mindfulness al aire libre
El Monje Thich Nhat Hanh presenta una técnica para meditar y estar presente en cualquier lugar. También en medio de la naturaleza.
Meditar caminando por el bosque:
"Dondequiera que caminemos, podemos practicar la meditación. Esto significa que sabemos que estamos caminando. Y caminamos solo por caminar. Lo hacemos con libertad y solidez, ya no tenemos prisa. Estamos presentes con cada paso. Y cuando deseamos hablar, detenemos nuestro movimiento y prestamos toda nuestra atención a la otra persona, a nuestras palabras y a escuchar.
"Caminar de esta manera no debería ser un privilegio. Deberíamos poder hacerlo en todo momento. Mira a tu alrededor y date cuenta de cuán vasta es la vida, los arboles, las nubes blancas, el cielo ilimitado. Escucha a los pájaros. Siente la brisa fresca. La vida está por todas partes y estamos vivos y sanos y somos capaces de caminar en paz.
"Camina como una persona libre y siente que tus pasos se vuelven más livianos. Permítete disfrutar de cada paso que das. Cada paso es nutritivo y curativo. Mientras caminas, imprime tu gratitud y tu amor a la tierra.
Thich Nhat hanh


El shinrin-yoku es una excelente oportunidad de recuperar la percepción háptica, es decir, volver a percibir el mundo con todos nuestros sentidos.

Meditar con los cinco sentidos en la naturaleza
Este ejercicio se puede realizar tanto en el bosque como en un jardín urbano. Lo único importante es que estamos rodeados de verde. Puede hacerse tumbado o sentado, incluso en un banco de un parque. Hay que llevar algo pequeño para comer, como una pasa u otro fruto seco, o incluso un poco de chocolate.
Tras realizar unas cuantas respiraciones largas y profundas, hazte estas preguntas:

¿Que ves?
  • Observa las ramas que se mueven, los pájaros, las hojas caídas, los insectos volando...
  • Fijarte en las luces y sombras, en el Komorebi.
  • Registra con la mirada los troncos viejos, las rocas desgastadas, el wabi-sabi de la naturaleza.
  • Aprecia los distintos colores y el contraste entre ellos.

¿Qué hoyes?
  • Presta atención a la sinfonía de sonidos que te rodean.
  • Trata de separar e identificar cada uno de ellos, como si reconocieras los distintos instrumentos de una orquesta.

¿Qué hueles?
  • Con los ojos ahora entrecerrados, aspira profundamente los aromas del bosque que te rodea.
  • Trata de captar el olor de las flores, el frescor de las hojas, la humedad de la tierra...

¿Qué puedes tocar?
  • Extiende las manos para palpar suavemente alguna planta, una roca o incluso el suelo.
  • Explora la rugosidad de un tronco, la fría suavidad de una piedra, la fragilidad del tallo de una planta...
  • Siente en tu cuerpo la temperatura, la frescura de la brisa, la caricia del aire que entra y sale por tus fosas nasales.
  • Si estas de pie, descálzate y nota la textura del suelo, tu peso sobre la tierra... puedes dar unos cuantos pasos conscientes para sentirlo mejor.

¿Qué sabor tiene?
  • Llévate a la boca el pequeño alimento que has llevado contigo.
  • Mantenlo primero entre los labios, notando su textura.
  • Luego llévalo a la lengua para que la saliva empiece a desgranar su sabor.
  • Finalmente muérdelo y mastícalo para extraer todo su jugo.


BIBLIOGRAFIA:
DR. QUING LI: El poder del bosque, Shinrin Yoku. (2018). ED. Rocaeditorial
GARCIA Héctor y MIRALLES Francesc: Shinrin Yoku, El arte japonés de los baños del bosque. (2018). ED. Planeta