Mi experiencia
Trabajo con mayores desde hace varios años, y a lo largo de todo este tiempo he aprendido que estas personas poseen muchas ganas de participar en cursos y talleres. Son personas con problemas comunes: la soledad, la falta de comunicación, el deseo de relacionarse. Y uno de los pocos lugares que cuentan para poder hacerlo es en los centros de mayores y en asociaciones.
Su nivel de desinhibición es muy grande y cuando están en grupo, dan lo más importante de ellas: la alegría, la imaginación, los recuerdos y las ganas de jugar.
Busco la manera de llegar a ellos a través del juego, del movimiento, de la dramatización, del conocimiento y del sentido del humor. Les animo a que vivan el ahora, que se ocupen del presente, que disfruten, que consigan jugando y riendo liberarse de actitudes mentales negativas.
Haciendo una valoración sobre el trabajo realizado en nuestros cursos y sobre el estado emocional de las personas que asisten a ellos. Tengo que decir, que no todo lo valoro de manera positiva ya que la gran mayoría de los mayores con los que trabajo tienen un importante defecto y es el de la “resignación”, se han acostumbrado a ella, han vivido con ella, se la han enseñado.
Cuando les preguntas sobre que pasa después de salir de la clase, dicen que llegar a casa, estar con su marido, si todavía les vive, hacer su rutina cotidiana. Si les dices ¿que por qué no se plantan otras cosas? Dicen que llevan toda la vida haciéndolo y es lo que tienen y lo que saben hacer. Estamos hablando de una población la mayoría mujeres, con unas edades comprendidas entre los 65 y 84 años.
La mayoría de los grupos con los que trabajo lo forman personas muy heterogéneas y condicionadas por origen, situación económica y nivel cultural.
Procuro aprovechar el tiempo que están conmigo e intento sacar el mayor partido posible, buscando su disfrute; y eso es fácil, pues son personas con una gran capacidad de pasárselo bien. Si utilizamos el humor, hacemos que los mayores pongan en movimiento todas las emociones y de ninguna manera se queden indiferentes, utilizaremos dinámicas y juegos que les ayuden a liberar tensiones del cuerpo y les haga llegar a la carcajada como se dice en muchos artículos y libros, “debemos encontrar el niño interior, el juguetón, el creativo, el que nos quite la venda y nos devuelva el sentido del humor, la sonrisa, la risa”.
“No dejamos de jugar porque envejecemos, si no que envejecemos porque dejamos de jugar”
Ellos lo ponen fácil, ya que la gran mayoría, tienen una risa contagiosa, son personas con un alto nivel de desihibicion. Así al facilitarles el lugar para reunirse y decirles que vamos a disfrutar durante un tiempo de un espacio, donde cerraremos nuestras puertas y nos dedicaremos a nosotros, hemos logrado lo principal, una mayor comunicación, ya que dicen “que la distancia más corta entre dos personas es la sonrisa.” La risa compartida es aquella que persigue la unión y aceptación de las personas, estrecha los lazos y vínculos entre ellas y genera un ambiente positivo y constructivo, una actitud de tolerancia. Facilita la relación y aumenta la solidaridad. Encuentra nuevas y divertidas maneras para disfrutar unos con otros y sirve de apoyo y confianza mutua.
Como dije antes, dispongo de poco tiempo, pero intento aprovecharlo bien, resaltando los momentos de buen humor, pues sé que estos ratos ayudan a los mayores a liberarse de actitudes mentales negativas, acorralan las preocupaciones, desdramatizan los problemas. Al reírnos se fortalecen la autoestima y la confianza en las personas deprimidas, también ayuda a superar la timidez a la hora de comunicarnos con los demás.
Resaltar la importancia de la risa, ya que es una forma que tienen las personas de evadirse del sufrimiento, pues cuando reímos no pensamos y al no pensar no sufrimos.
Es importante que las personas desarrollen la ilusión por vivir, que utilicen el lenguaje de manera positiva, para ello trato de que aprendan habilidades para experimentar emociones positivas, que les lleven a adoptar una actitud positiva ante la vida. Busco que disfruten del momento, del presente y que cuando se marchen, se lleven para casa alguna habilidad que puedan utilizar.
Entrega de diplomas de: "expertas en sentirse bien y trasmitirlo a sus allegados"
Amigo Ramón, acabo de leer el último articulo en tu blog y me ha encantado, porque es eso lo que haces en tus talleres, donde tuve la gran suerte de participar en uno de ellos junto
ResponderEliminarCon muy buena gente. Además de pasármelo en grande, tengo que decirte que me cambio la vida para mucho mejor."GRACIAS”. Aprendí (jugando) a reírme de todo, de lo gracioso y de lo triste, a que con el pensamiento puedo cambiar la emoción, hicimos improvisación, relajación, ejercicios de memoria, contamos chistes, comimos dulces, nos abrazamos, nos masajeamos, nos escuchamos unos a otros, en definitiva nos comunicamos y todo esto sin dejar de reírnos y siempre jugando."Otra y mil veces GRACIAS.
Te diré que las personas que los conocemos, nos parecen talleres muy buenos para cualquier edad.las un poquito mas jóvenes no tenemos el lastre de la resignación que tanto te preocupa en los mayores, pero también es verdad que si alguien no hace algo terminaremos igual, porque todos sabemos que como otras muchas costumbres es cultural, y estas cosas necesitan tiempo para cambiarlas. Me atrevo a sugerirte la duración de un curso escolar, pues considero la mejor asignatura que podemos aprender en esta vida."VIVIR MEJOR" lo que es igual a ser más feliz. Insisto, para todas las edades.
Ya se que lo tuyo es la gente mayor y tienes razón, cuando dejamos de jugar comenzamos a envejecer, por eso la necesidad de trucos como por ejemplo ,para recordar que cuando
nos cueste mucho esfuerzo correr, siempre tendremos la opcción de caminar.